domingo, 20 de diciembre de 2009

Avatar


Desde sus inicios, el cine se ha debatido entre las dos vertientes de las que nació: El espectáculo de barraca de feria y la aspiración a convertirse en un arte. Avatar se inclina claramente por la barraca de feria.

Lo último de James Cameron se nos ha vendido como lo máximo en innovación. Yo sólo puedo certificar que su versión en 3-D deja a la vez boquiabierto y sin aliento. El espectador se ve envuelto en la acción en una experiencia absolutamente nueva y que ninguna otra película había conseguido hasta ahora.

Es una pena que el director haya elegido para semejante alarde técnico un relato ñoño, una metáfora demasiado evidente sobre algunos de los conflictos que vive hoy el mundo (Irak, Afganistán), apología a la vez del ecologismo, la religiosidad y la guerra (¿?), y finalmente maniquea, pretenciosa y con un metraje claramente excesivo. Cameron, elevado a los altares tras el exitazo de Titanic, parece no ser consciente de que lo mejor de su filmografía está en su capacidad para generar tensión y para rodar como nadie las escenas de acción. Terminator, Aliens, o la segunda mitad de Titanic nunca han sido superados en el género. Sin embargo, él parece empeñado en contar una “gran historia” que le viene muy grande.

Avatar es un gigantesco espectáculo, especialmente sus escenas bélicas, dos horas y media en un circo de seis pistas repleto de gallifantes (hay que ver qué look se ha elegido para los habitantes de Pandora…) y con un ritmo endemoniado. Quizá somos demasiado ambiciosos si, además, queríamos una obra maestra, con un argumento adulto y sugestivo y personajes más complejos. No se puede tener todo, así que a disfrutar en la barraca de feria con las gafas puestas y a esperar a que Cameron se decida a volver a la ciencia ficción siniestra que tan bien se le da.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Planeta 51


Con un presupuesto de 40 millones de euros y una campaña mediática insólita que ha incluido publirreportajes (¿no pagados?) en telediarios e incluso el uso de sus personajes en la campaña navideña de El Corte Inglés, los estudios Pyron, autores de algunos videojuegos muy comerciales, han querido entrar por la puerta grande en la primera división del cine de animación.

Incluso han contratado a uno de los guionistas de Shrek (que debía estar a precio de saldo visto el guión). Pero el resultado está muy lejos de las películas que son su modelo. La historia flojea y aburre por todas partes, y la animación, pese al dinero invertido, es de una calidad muy inferior a cualquier producto Dreamworks o Pixar.

Todos los esfuerzos se vieron relativamente premiados al conseguir entrar en la difícil taquilla americana en el número 4, aunque tengo la sensación de que sus autores aspiraban a mucho más. Y es que por mucho que han querido ser más papistas que el Papa, haciendo una americanada bestial incluso sin traducir el título en España, al final el resultado recuerda a uno de esos fakes que se pueden encontrar en un mercadillo de Shanghai, que se esfuerza por parecerse al original pero que al rascar un poco muestra la imitación barata que esconde.

domingo, 13 de diciembre de 2009

(500) días juntos


Casi dos meses lleva en la cartelera esta joya que sobrevive gracias a las recomendaciones entre amigos. ¿Cuáles son sus secretos?

1. El amor ¿Imposible?. En los 500 días de “relación” entre Summer y Tom todos podemos identificar el placer y el sufrimiento de un amor que no acaba de cuajar, sobre todo porque una de las partes no está convencida de sus sentimientos. Qué difícil asumir cuando te enamoras locamente que tal vez no eres del todo correspondido…

2. Su estructura de puzzle nos permite reconstruir los altos y los bajos, las rupturas y las reconciliaciones de los protagonistas y observar que entre la felicidad absoluta y la mayor de las frustraciones pueden no pasar más que unas semanas.

3. Los actores, extraordinarios en sus papeles, especialmente una Zoey Deschanel que clava con voz delicada y mirada a la vez transparente e impenetrable un personaje complejo, lleno de contradicciones y lejano del blanco o negro que nos suele presentar el peor cine romántico, el que muestra a la mujer desesperada por pillar marido antes de convertirse en solterona.

4. La escena de la tienda de discos, que vemos casi al final de la película aunque en el tiempo tuvo lugar mucho antes, es de lo mejor que se ha visto últimamente en pantalla. Con unos cuantos gestos y detalles asistimos al momento justo en el que se decidió el futuro de la relación entre Summer y Tom.

Son tantas las virtudes de (500) días juntos que casi perdonamos los pecados típicos del cine Indie en los que cae: El uso cansino de la música como elemento referencial, los fikis amigos del protagonista, la repelente niñavicente que da lecciones románticas…

sábado, 5 de diciembre de 2009

Celda 211


Daniel Monzón comenzó su carrera como director tras abandonar la de crítico en “Fotogramas”. Incluso tuvo un consultorio tipo Elena Francis en esta revista, en el que hacía el papel de ochenteno e iconoclasta sobrino de una leyenda de la revista: Mr. Belvedere.

En el cine ha ido de fracaso en fracaso, pero sin duda interesantes amistades y/o amores le han permitido seguir en el oficio. Tras el delirio y la pasta perdida con El corazón del guerrero, intentó repetir el éxito que otros tuvieron con El oro de Moscú y perpetró El robo más grande jamás contado. Luego se pasó al cine en inglés con La caja Kovak pero también fue un desastre.

Ahora se demuestra que quién la sigue la consigue. Plegándose a las exigencias de Telecinco Cinema y de Paolo Vasile (Presidente de Telecinco y uno de los máximos responsables de la incultura general que nos invade cada vez en grado más agudo), ha rodado una película carcelaria buscando ganar dinero en taquilla. El apoyo de la poderosa cadena de televisión y una historia hábil han logrado al fin que Monzón ascienda a la gloria que buscaba sin descanso.

Lamentablemente la calidad de la película es irregular. Su factura de telefilme y algunos agujeros negros en el guión (la idea de meter con calzador un personaje femenino, el engaño del protagonista llega un momento que resulta altamente inverosímil) resienten el conjunto.

Seguramente en unos años nadie se acordará de la existencia de Celda 211, pese a lo recaudado y a los Goya que se llevará. Uno es seguro para un Luis Tosar que se esfuerza siempre demasiado y que a mí me acaba resultando indigesto en sus aspiraciones de parecer ex-alumno del Actor’s Studio.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Actividad Paranormal




El bombazo inesperado de este año (al menos en Estados Unidos) tiene un aire de fenómeno inexplicable. En él parece que tiene mucho que ver el marketing viral, el boca –oreja y la poderosa (y experta) mano de Spielberg que ha intervenido en algún momento del proceso de distribución.

En los tiempos de las descargas porInternet y cuando los estudios buscan en el gran espectáculo y las 3-D argumentos para atraer al público al cine, triunfa una película con escasa calidad de imagen y un aire de serie b setentera.

Se ha comparado Actividad Paranormal con El Proyecto de la Bruja de Blair, pero mientras ésta se basaba en el factor sorpresa, en la absoluta novedad de su propuesta y en un guión muy trabajado que aumentaba la tensión poco a poco hasta hacerla insoportable, en este caso el descuido en la narración, el exceso de lugares comunes y esa parte final desastrosa en la que nada de lo que pasa es verosímil (esas dudas absurdas sobre si marcharse o no de la casa), además de unos actores que no llegan ni a amateurs, hacen fracasar cualquier atisbo de claustrofobia y la alejan de las propuestas más sugestivas del cine de terror.

A su favor sólo algunos momentos inquietantes basados en una pregunta sin respuesta: ¿Qué pasa en nuestras casas mientras dormimos o cuando estamos fuera?. Mejor no conectar una cámara o un micrófono para comprobarlo…

martes, 24 de noviembre de 2009

La Caja


La relación del escritor Richard Matheson con el cine ha sido irregular pero prolífica. Desde su adaptación de Poe en La caída de la casa Usher hasta el guión de El diablo sobre ruedas pasando por las innumerables versiones de su Soy leyenda o las adaptaciones de relatos cortos en La hora de Alfred Hitchcock.

Ahora, Hollywood nos propone volver a uno de sus cuentos de ciencia-ficción que ya fue incluido en la serie La dimensión desconocida. Allí se tituló Botón/Botón y en media hora escasa se adaptaba un relato de 6 páginas. Sin embargo, La Caja necesita dos horas para desarrollar no sólo este cuento sino toda la prolongación delirante, paranoica y marciana (nunca mejor dicho) que el director Richard Kelly se permite perpetrar.

Kelly venía de un fracaso rotundo que ni siquiera se estrenó en España (Southland Tales) y que decepcionó todas las expectativas generadas por su primera película. Donnie Darko es una rareza, una maravilla de culto en la que sus marcianadas encajaban gracias al misterioso poder de sugestión de su extraña historia. En La Caja nada funciona, ni esos giros que dejan estupefacto y al borde de la carcajada al espectador, ni sus protagonistas, que parecen perdidos entre los decorados setenteros y las imágenes gélidas que nos dejan congelados de aburrimiento.

La recomendación: pillar un libro de relatos de Matheson y olvidarse de La Caja.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Mi vecino Totoro


Hayao Miyazaki es un nombre mítico de la animación mundial. Aunque algunos nunca perdonaremos la pornografía sentimental de Heidi (http://www.youtube.com/watch?v=F9J3ZIiaSR8), sus logros posteriores son indiscutibles y también indiscutible es la adoración sin límite que le profesan la mayoría de los críticos.

En este caso nos enfrentamos a una paradoja, aún más heavy que la que generan las películas de Pixar. Miyazaki hace sus películas para los niños, pero en España se estrenan en la Plaza de los Cubos y sólo van a verlas treintañeros culturetas. Sus argumentos no son en absoluto adultos, se trata de historias ingenuas, tiernas… Pero ganan premios en los festivales de Berlín y Venecia codeándose en el palmarés con Lars Von Trier o Chan-wook Park.

Mi vecino Totoro (1988, aunque se estrene aquí 20 años después) es la película que le proporcionó su primer gran éxito artístico y que fue todo un bombazo en Japón (allí, sí, también entre los más pequeños). Con una historia desarmantemente ingenua y unos personajes inolvidables (desde Totoro al Gatobús), Miyazaki consigue emocionar. Posteriormente sus argumentos se han retorcido y sofisticado hasta hacerse algo incomprensibles para los occidentales que vemos la cultura japonesa como de otro planeta (La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro), pero nadie discute que Miyazaki es un genio… Nadie, excepto los niños españoles que prefieren descargarse Crepúsculo por e-mule.

martes, 10 de noviembre de 2009

La Huérfana


El spanish terror, tan de moda últimamente, no sólo implica el éxito de películas españolas del género en todo el mundo (Rec, El orfanato), sino también la exportación de directores que buscan suerte en otras latitudes.

Es el caso de Jaume Collet-Serra, que venía de dirigir un bombazo en la taquilla americana, La casa de cera, nada menos que con Paris Hilton animando el cotarro. Ahora La Huérfana supone un paso adelante y, aunque respeta en exceso convenciones de la película con psicópata (ese final alargado visto una y mil veces en cientos de películas), su mayor originalidad está en el clima malsano y políticamente incorrecto que introduce la supuestamente dulce Esther en la casa de sus padres adoptivos.

Con una puesta en escena inquietante y retorcida y un cuidado exquisito de los detalles (los cuadros, los tremendos estilismos que se gasta Esther) lo mejor de la película es su excelente reparto, algo no muy habitual en el género. Y por encima de los padres (Vera Farmiga y Peter Sarsgaard), descuellan claramente unos pequeños actores asombrosamente bien dirigidos. Aryana Engineer (Max) nos deja con la boca abierta pese a su cortísima edad, aunque el plato fuerte es la interpretación que hace Isabelle Fuhrman de la huérfana protagonista, auténticamente antológica y que se sitúa desde ya junto a otras tan legendarias como la de Patty McCormack, que con 11 años fue finalista al Oscar por ser una niña perversa en La mala semilla.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Ágora


Más de 16 millones de euros lleva recaudados la última película de Amenábar. Se trata de un triunfo apoteósico del marketing (otro más) de la que fue nuestra “pantalla amiga”, Tele 5. El máximo exponente de la telemierda ha producido a través de Telecinco Cinema la mayoría de los taquillazos españoles de los últimos tiempos, desde El orfanato a Alatriste.

Sorprenden las salas repletas de habituales de “Sálvame de Luxe” al parecer ávidos por conocer la historia de Hypatia de Alejandría. Colas kilométricas, llenos semanales como hacía tiempo no se veían… Debemos felicitar a los que han vendido Ágora como lo que no es y que además han conseguido que sea comprada masivamente incluso por audiencias que últimamente lo más parecido al cine que han visto es “Sin tetas no hay paraíso”

Ágora ha intentado en su promoción hacerse pasar por Troya o por 300, como un gran espectáculo. El problema es que las ambiciones de Amenábar van más allá. Quiere hacer una película comercial, pero sobre todo dar una lección moral. Quiere divertir, pero también hablar de astronomía. Y el resultado final son dos horas insufribles de peplum telefilmesco mezclado con lecciones científicas que parecen impartidas por el profesor Coco en Barrio Sésamo.

Un reparto descompensando (todo el presupuesto se ha gastado en Rachel Weisz, sus pétreos acompañantes parecen sacados de un casting de chaperos) y la tendencia al maniqueísmo del director (esos cristianos terroríficos y unidimensionales) frustran su intenciones de hacer una gran película sobre un gran tema. Amenábar puede ser un buen director de género (Tesis, Los Otros) pero le quedan grandes proyectos como estos. Su éxito no es más que el triunfo de la mediocridad, tan habitual por estos lares, y que tan bien ha sido explicado por Jordi Costa en su cómic “Mis problemas con Amenábar” http://www.elpais.com/articulo/portada/bestia/negra/Amenabar/elppor/20091009elptenpor_3/Tes
http://www.comicdigital.com/1601_1-Avance_de_Mis_Problemas_con_Amenabar.html

domingo, 1 de noviembre de 2009

After


Sólo quedan
Las ganas de llorar
Al ver que nuestro amor
Se aleja
Frente a frente
Bajamos la mirada
Pues ya no queda nada de qué hablar
Nada

Con una canción de Jeannette (http://www.youtube.com/watch?v=gjkk9OTm-r0), que también aparece en la película, finalizaba el trailer de After. Y sin duda la letra es un buen resumen sobre lo que nos ofrece Alberto Rodríguez en su quinta película: Un retrato desolador de tres personajes hundidos en la nada que se reúnen en una noche de excesos para acabar más destrozados de lo que la comenzaron.

En lo que podría ser el reverso oscuro de Resacón en Las Vegas, o cómo la juerga suele no ser un fin en sí misma sino una válvula de escape de las miserias y frustraciones cotidianas, Rodríguez se vale de las versiones paralelas que de un mismo hecho recuerdan los tres personajes (un recurso nacido con Rashomon y que por desgracia el cine no ha explotado como se merece) para con un ritmo frenético introducirnos en las pequeñas y grandes miserias de tres amigos que en realidad saben muy poco los unos de los otros, algo cada vez más habitual en los entornos urbanos.

Secretos y mentiras, drogas y sexo y un final desesperanzador. Un retrato preciso e impactante de parte de una generación que se niega a envejecer y que se refugia en efímeros paraísos artificiales. Le faltan dos cosas para ser totalmente redonda: Alejarse más de los clichés que la acercan peligrosamente a ser una versión cuarentona de Mentiras y Gordas y completar mejor el retrato de unos personajes a veces demasiado desdibujados aunque muy bien interpretados por Toledo, Ulloa y Romero.

jueves, 29 de octubre de 2009

Cine de Terror


Ahora que se acerca la Noche de Difuntos, nada mejor que recordar 13 películas de terror. Inolvidables, aterradoras y apropiadas para celebrar como se merece una fecha tan señalada...

Aliens, El regreso (James Cameron): Aunque las segundas partes mediocres son habituales en el género, Aliens es la secuela perfecta. Partiendo de una obra maestra absoluta desarrolla algunas de las incógnitas no resueltas por Ridley Scott y juega la baza de multiplicar el terror y la tensión hasta cotas inimaginables. Sus dos horas y media pasan como un angustioso suspiro y se deja ver una y otra vez, lo que demuestra que Cameron no tiene rival cuando se lo propone.

Asalto a la comisaría del Distrito 13 (John Carpenter): Planteada como una del oeste (de hecho la historia es casi calcada a la de Rio Bravo), el mejor Carpenter logra una de las cimas del género con una narración angustiosa como pocas o seguramente como ninguna, demostrando de paso que puede dar mucho más miedo la comprobada crueldad humana que una improbable resurrección de zombies.

Carrie (Brian De Palma): Adaptando a Stephen King, De Palma logra poner la carne de gallina con la historia de esa niña con telequinesis maltratada por la vida, por su madre (tremenda Piper Laurie) y por sus compañeros de colegio. Media hora final de antología pocas veces superada en el género.

En compañía de lobos (Neil Jordan): El cuento de Caperucita es perversamente interpretado por el mejor Jordan. Con una estructura laberíntica y una excelente ambientación que remite a El Bosco, el resultado es una de las películas más originales e insólitas jamás filmadas.

El exorcista (William Friedkin): Utilizando una coartada pseudoreligiosa, Friedkin logró un éxito apoteósico y desmayos en los cines con los vómitos y obscenidades de la niña Regan. Con el paso del tiempo algunos han intentado devaluarla hablando de lo ridículo que queda todo aquello ahora. Probablemente tras decenas de parodias y frases que se prestan al chascarrillo (“¿Has visto lo que ha hecho la guarra de tu hija???”) sea posible echarse unas risas, pero a muchos la primera vez que la vimos nos dio mucho mucho miedo…

La noche de Walpurgis (León Klimovsky): El ejemplo perfecto del cutre-terror-hipano-que-quiere-pasar-por-serie-b-americana es esta muestra de cine de vampiras con mucha ambigüedad y sugerencia sexual. Seguramente todo queda un poco casposo, pero no se le puede negar un gigantesco encanto kistch y una fuerte personalidad.

La profecía (Richard Donner): Otro icono del cine de terror es Damien, el hijo de Belcebú llegado a la tierra para sembrar el mal. Gregory Peck y una magnífica y muy inquietada Lee Remick eran los padres adoptivos del mofletudo nene que llegó del infierno. Una estructura de precisión diabólica, algunas escenas memorables (el suicidio de la niñera: “Damien, lo hago por ti”) y una memorable música del maestro Jerry Goldsmith (su único Oscar) completan un clásico.

El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez): Una vez más se demuestra que el miedo, como la risa, va por barrios. A muchos les pareció que esta película era una chorrada y que no asustaba nada. A otros, su realismo de cámara en mano, los ruidos de origen desconocido, la apuesta por sugerir mucho más de lo que se muestra y ese bosque fantasmal, nos provocaron más de una noche de insomnio.

Rabia (David Cronenberg): Si hablamos de grandes del género es imposible olvidarse de Cronenberg. Aunque en su última etapa su cine ha dado un giro hacia temas más “serios” o “profundos”, muchos añoramos sus comienzos, con tramas morbosas y malsanas relacionadas con el mal uso de la medicina. En Rabia, la estrella porno Marilyn Chambers despierta de su operación de estética con un insaciable apéndice en su axila, que extenderá una epidemia por la ciudad… Con ese argumento y Cronenberg tras la cámara, sólo podemos esperar hora y media de intenso disfrute.

Ringu: El círculo (Hideo Nakata): La película que descubrió en occidente a Nakata, provocó un fuerte impacto por su capacidad para generar atmósferas asfixiantes y plantear historias novedosamente inquietantes. El vídeo que asesinó a varios adolescentes tras cargarse a la estrella de la radio conoció un afortunado remake en los USA, si bien las copias siempre tienen menos mérito que el original.

Saw (James Wan): Iniciadora de una saga interminable, el primer Saw provocó un shock por su originalidad y por abrir una línea tan extremadamente morbosa que el aficionado al género con más escrúpulos termina la película convencido de que el mundo está lleno de mentes enfermas (los creadores y los que difrutamos viendo algo así).

El Silencio de los Corderos (Jonathan Demme): El Doctor Lecter es un indiscutido en el olimpo de los grandes asesinos del cine. Aunque sea una hermanita de la caridad comparado con Michael Myers, la extraordinaria caracterización de Anthony Hopkins y su legendario duelo dialéctico con Jodie Foster provoca escalofríos incluso en el recuerdo. Un pulso maestro que no decae en ningún momento y un director en estado de gracia redondean una película que está entre las más grandes de todos los géneros y de todos los tiempos.

Suspiria (Dario Argento): El llamado giallo procede de Italia y podría definirse como un terror de argumento retorcido, puesta en escena barroca y música atronadora. Tras el éxito de El pájaro de las plumas de cristal, el maestro Argento rodó las mejores muestras del subgénero contando incluso con estrellas internacionales en sus repartos. Para mí Suspiria es la cumbre, con mucha sangre, mucha crueldad y, como siempre, sorpresa final.

martes, 20 de octubre de 2009

Luna (Moon)


El hijo de David Bowie ha decidido ser director y, claro, para él es un hándicap, no lo ha tenido nada fácil, las comparaciones son odiosas y bla bla bla. Como no podía ser de otra manera, su peli quiere ser muy cool igual que él y su padre y el distribuidor no traduce el título y lo deja en inglés que queda mejor y más vendible para el público de la Plaza de los Cubos.

Luna (o Moon, para quién prefiera la lengua del Imperio) pretende volver a la ciencia ficción de los 70, que era más intelectual, más reflexiva, o eso dice Dunca Jones (el hijo de papá). Y en parte consigue recuperar ese aroma inquietante que se respiraba en La Fuga de Logan o Engendro Mecánico, por recordar dos títulos clásicos de la época. La trama sugiere durante algún tiempo y luego se centra en un juego de paradojas envuelto en un contexto que quiere ser asfixiante y claustrofóbico pero que deja demasiados grietas para que respire el espectador, lo que frustra en parte sus objetivos.

Duncan Bowie (perdón, Jones) consiguió un montón de premios en el Festival de Sitges, lo que dice mucho de su marketing o muy poco del resto de películas a concurso. Es adecuada para una tarde aburrida y satisfará a los fanáticos del género más enrevesados. A los demás nos deja algo fríos, porque lo que aspiraba a parecerse a Solaris, acaba siendo como un capítulo entretenido de Dimensión Desconocida. Aunque, viendo lo que ofrece la cartelera, eso tampoco está mal.

sábado, 17 de octubre de 2009

El Secreto de sus Ojos


Reconozco que he tardado en ver esta película debido a la alergia que me produce el cine argentino en general y el protagonizado por Ricardo Darín en particular. Si El hijo de la novia me pareció un drama sensiblero algo inaguantable, creo que su director Juan José Campanario (perdón, Campanella, cuanto mal hacen los programas del corazón) ha conseguido con El secreto de sus Ojos una de las propuestas más atractivas que nos ofrece la cartelera.

Mezclando amores imposibles con una absorbente trama policíaca, el filme recorre 30 años de la historia de Argentina con escasas pero contundentes referencias políticas. Y, por una vez, la verborrea sentimental habitual en las películas que nos llegan de allí se contiene, dando lugar a una de las más hermosas y subterráneas pasiones que se han visto últimamente, compuesta sólo por miradas abrasadoras.

Con una factura técnica impecable y un virtuosismo inesperado (la escena del estadio, que parece rodada en plano único, deja sin aliento), sobresalen los actores, especialmente Soledad Villamil (el secreto está en sus ojos) y (aunque parezca mentira) Ricardo Darín, menos sobreactuado y más convincente que nunca.

martes, 13 de octubre de 2009

Si la cosa funciona


Woody Allen vuelve en otoño a su cita anual con la legión de fans que, al menos en España y en los cines de V.O., acuden en masa impacientes por paladear su nueva ocurrencia. Claro que últimamente Allen ofrece pocas cosas nuevas.

Hacer una película al año implica el riesgo de no tener nada que contar, y más cuando siempre acudes a tus propias historias y a guiones que adaptan tu propia vida. En este caso, la sensación de “ya visto” es abrumadora. La relación entre el protagonista y su joven amiga remite directamente a Poderosa Afrodita y a la constante obsesión del director por las relaciones con mucha diferencia de edad (por ejemplo, la suya con Soon-Yi). La madre (estupenda Patricia Clarkson) se reinventa a sí misma sin poder ocultar sus auténticos orígenes como hacían los personajes de Granujas de Medio Pelo. Y todo con la machacona musiquilla anticuada de gramófono marca de la casa que a mí últimamente me pone los nervios de punta.

Al final y desde hace varias películas, se tiene la sensación de que Allen se dedica a hacer rutinariamente su trabajo como si fuese un funcionario para alimentar las muchas bocas a su cargo, a escribir guiones que, conociendo su talento y sus obras mayores, no le deben llevar más allá de una tarde y, si surge, a darse garbeos de lujo muy bien pagados en plan vacaciones encubiertas (véase Vicky Cristina Barcelona o su periplo londinense).

Si la cosa funciona no es, ni de lejos, el regreso añorado a Nueva York. El protagonista es auténticamente antipático e insoportable, la historia no tiene apenas gracia, y está rodada con la desgana de quién está deseando volver a casa a bañar a los niños. Seguiremos esperando a que la flauta suene de nuevo (desde Match Point no lo hace) aunque sea por casualidad.

domingo, 11 de octubre de 2009

20 años sin Bette


El 6 de octubre se cumplieron 20 años de la muerte de Bette Davis. A muchos de los que crecimos viendo en televisión sus películas nos entristece que la caja tonta la haya olvidado por completo. Estos tiempos de mediocridad tal vez hagan posible que, en breve, la que fue un ídolo de masas y símbolo de la cultura popular del Siglo XX quede relegada a objeto de culto por carcas nostálgicos o ratas de filmoteca. Su talento era demasiado grande para un mundo que es cada vez más intelectualmente pequeño.

Recordemos 10 películas imprescindibles, en las que esa mirada inmortal quedará para siempre en las retinas de los que disfrutamos viéndolas:

Cautivo del Deseo (John Cromwell, 1934): “Sobre la servidumbre humana” es la traducción literal del título original de esta adaptación de una novela de Somerset Maugham. Aquí Bette compuso a una malvada antológica, que le valió su primera candidatura al Oscar. Un melodrama excepcional que resiste una y mil revisiones.

Jezabel (William Wyler, 1938): Como compensación por no haber obtenido el ansiado papel de protagonista en Lo que el viento se llevó, la Warner ofreció a Davis el de Julie, otra Escarlata O’Hara sureña cuyo egoísmo inicial le llevará a un purgatorio terrenal del que saldrá redimida. Segundo y último Oscar de su carrera (aunque sería candidata 8 veces más) y primera colaboración con Willian Wyler, uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Juntos, nos regalarían otras obras maestras.

Amarga Victoria (Edmund Goulding, 1939): Un director mediocre, una historia que nos remite a un Estrenos TV de sobremesa, pero una película que se hace grande e inolvidable por la interpretación de una actriz. Su retrato de una enferma terminal intentando aprovechar sus últimos días conmueve y emociona.

La Carta (William Wyler, 1940): El flashback es aquí el recurso utilizado para engañar al espectador como la protagonista engaña a los que la rodean. Historia de una pasión desbocada con final trágico, La Carta es un todo un clásico del drama mezclado con elementos criminales. Incluso fue objeto de un remake protagonizado por Lee Remick.

La Loba (William Wyler, 1941): Regina Giddens es una de las cumbres de la carrera de Bette Davis. Despiadada y ambiciosa, la escena en la que deja morir a su marido en pleno ataque al corazón es una de las más impactantes que se han visto nunca en pantalla. La adaptación de la obra de Lillian Hellman queda como una conjunción de talentos extraordinaria y como un retrato del egoísmo plenamente vigente 68 años después.

La Extraña Pasajera (Irving Rapper, 1942): Uno de los mayores éxitos en taquilla de su tiempo. La protagonista es una solterona que huye en un barco de su vida anterior y se reinventa a sí misma para acabar encontrando el amor que buscaba. Otra mujer fuerte, que supera las restricciones de la época con la que se identificaron millones de espectadoras. Tal vez la película no ha soportado bien el paso de los años, pero queda como un interesante documento sociológico.

Más allá del bosque (King Vidor, 1949): Como no podía ser menos, la unión de Davis y King Vidor dio un resultado explosivo. Rosa Moline es una Madame Bovary americana, harta de su vida mediocre y de su bondadoso marido que no duda en tirarse de un coche en marcha para abortar y poder huir con su multimillonario amante. Desmelado melodrama donde los haya, toda una gozada para los amantes del género.

Eva al Desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950): Obra maestra absoluta, situada entre las cien mejores películas de la historia por todos los que la han visto, este retrato sobre el mundo del teatro y sobre el mundo en general sigue teniendo una vigencia absoluta. Un guión perfecto, una historia absorbente y unas interpretaciones antológicas entre las que, además de una Davis que con una mirada fulmina y lo dice todo, sobresale Anne Baxter como la Eva del título, una trepa falsa y despiadada, capaz de cualquier traición por lograr sus objetivos.

¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962): Un clásico del cine de terror, en el que la ex niña prodigio Baby Jane Hudson (Davis) hace la vida imposible a su hermana inválida, Joan Crawford, a la que envidia y detesta. Es legendario el enfrentamiento que las dos divas tuvieron en el set. Muchos años después Bette declaró “He encontrado las palabras para describir a Crawford, pero yo no uso ese vocabulario en público”. Inolvidable la escena de la rata.

El Aniversario (Roy Ward Baker, 1968): Con 60 años, Davis ya llevaba un lustro encasillada en papeles de vieja loca en películas de terror por el éxito de Baby Jane. El aniversario es seguramente su último gran papel. Ella está impactante como madre posesiva y despiadada (y con un parche en el ojo) en esta producción de la legendaria Hammer.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Rec 2


Ya desde el impactante trailer que llegó a ritmo de Concha Piquer (www.youtube.com/watch?v=upKeYiVcdkw) se nos anunciaba algo grande para REC2. Los fans del terror quedamos entusiasmados con la primera parte, toda una experiencia traumática, incluso para los más curtidos, y convertida en un clásico instantáneo del género. Esperábamos que su secuela no defraudase. Y no lo hace.

Tomando como referencia Aliens de James Cameron, quizá la mejor continuación que se ha hecho de cualquier película, la historia de REC se retoma apenas media hora después de ese final antológico con la reportera de “Mientras usted duerme” reclamando que se grabasen incluso sus minutos más angustiosos (ver la imagen que encabeza estas líneas). Y aunque ahora se pierda en parte el factor sorpresa y no se explote del todo a esa comunidad de vecinos reconvertida en un terrible infierno, Balagueró y Plaza consiguen de nuevo dejarnos clavados en la butaca, en otra hora y media de auténtica claustrofobia y horror máximo que sucede muy cerca de su casa (en un castizo edificio barcelonés)

Se multiplican los zombis (¿o no son zombis?), los puntos de vista, la sangre y se afila el ingenio del guión para terminar con un sensacional fin de fiesta protagonizado por una Manuela Velasco decidida aquí a ser la Sigourney Weaver… de España. Y olé.

Continuará en Rec 3

domingo, 4 de octubre de 2009

Río Helado (Frozen River)


El cine independiente americano tiende cada vez más a hacer películas clónicas. Si se acusa a Hollywood de la repetición de fórmulas para lograr blockbusters, sus primos hermanos los “indies” (recordemos que la mayoría de los supuestos independientes están casi siempre producidos por divisiones ad-hoc de las majors) hacen más o menos lo mismo. Las variaciones sobre diferentes dramas y comedias de una familia disfuncional se repiten hasta la extenuación desde Pequeña Miss Sunshine a Junebug pasando por Juno.

Por eso se agradece cuando alguien se aparta relativamente del camino más trillado. Aunque Río Helado repite el esquema familiar (y disfuncional) y se centra en otro tema de lo más querido (la inmigración), su retrato nada amable de la protagonista y su hijo o de esa mujer india que conoce casi por casualidad son bastante más complejos de lo habitual.

Y cómo no, la interpretación de Melissa Leo (Concha de Plata en San Sebastián y candidata al Oscar) es fundamental como sostén de la historia. Los primeros planos inmisericordes con una cara muy curtida por la (mala) vida, muestran a una mujer dura, contradictoria y con la que no nos identificamos pero a la que comprendemos perfectamente.

En resumen, un retrato muy recomendable de la cara más triste de América, la de los perdedores, la del frío helador, la de las desconocidas reservas indias, la de los inmigrantes que no llegan del sur sino de la frontera norte.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos


A quién tenga dudas sobre si acercarse al cine a ver Malditos Bastardos tal vez le sean de utilidad las siguientes advertencias:

1. Ni Brad Pitt ni su grupo de salvajes cazadores de nazis son los protagonistas como sugiere el título y la promoción de la película. Como en toda la obra del director, estamos ante un filme coral en el que la venganza juega un papel fundamental, y en el que Aldo Raine (Pitt) es un peón (secundario) más.
2. Espíritus sensibles y fácilmente impresionables, abstenerse. La violencia marca Tarantino brilla como siempre o tal vez como nunca, surgiendo desbocada en lo que en un principio podría parecer una narración más clásica y menos violenta. La sangre y los sesos, en primer plano.
3. Quién busque una película de acción, que vaya a otra sala del centro comercial. Quién busque un análisis histórico, que se compre un libro. Aquí se compone un inteligentísimo ejercicio de reinvención de la historia y la acción está más en los excepcionales y largos diálogos marca de su autor que en mamporros o persecuciones.
4. Amantes de las versiones originales, olvidaros de practicar vuestro upper intermediate level, el 90% de la película es en francés y en alemán.
5. Cinéfilos, cinéfagos y demás frikis, bienvenidos al festín de citas inagotables: De G.W. Pabst a Leni Riefenstahl, pasando por Enzo Castellari, King Kong, Sergio Leone, Karl May, Dario Argento o ese final que remite directamente al Ser o No Ser de Lubitsch. Más eclecticismo, imposible.

A pesar de que por todo lo anterior y por sus dos horas y media de duración se trata de una película anticomercial, Quentin Tarantino ha conseguido de nuevo llenar las salas (aunque muchos se pasen bostezando todo el tiempo), demostrando que es el director-estrella por excelencia y que sabe vender muy bien sus productos.

Malditos Bastardos no es la mejor película de Tarantino aunque está muy cerca de serlo. La tendencia a la dispersión (rompiendo de forma absurda, por ejemplo, el clímax final), y el abuso que de su propia genialidad hace el director hacen que se resienta el conjunto cuando paradójicamente cada capítulo es una pequeña obra maestra que se alarga demasiado como para conseguir un todo coherente. Pero deslumbra ese inicio propio de un spaghetti-western, absorbe la escena de la taberna y apasiona el desenlace en un cine parisino.

Y qué decir de las músicas que nos regala (esa canción de David Bowie mientras la vengadora ultima su plan vestida de rojo… uf) o del reparto en estado de gracia (desde Melanie Laurent como Shosanna -¿de dónde saca este hombre esos nombres tan… adecuados?– a un Chistoph Waltz que desde ya está en la galería de grandes villanos del cine). En definitiva, aunque Tarantino siempre lo podrá hacer mejor, este genio del cine actual está a años luz de la mayoría de lo que puede verse en la cartelera. Pero no os olvidéis de revisar los 5 puntos de arriba antes de decidir si ir a verla, importante si no queréis pasaros la película bostezando y molestando al de al lado que tal vez esté disfrutando con sus ingeniosos diálogos y su desarmante fuerza visual.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Distrito 9


La relación entre ciencia-ficción y metáfora política o social siempre ha estado presente en el cine. Si durante la Guerra Fría los extraterrestres simbolizaban la temida invasión soviética, según Spielberg estos seres eran una oportunidad para la humanidad de conocer y confraternizar con otras culturas (suena pedante, pero ¿Qué eran ET y Encuentros en la Tercera Fase sino pastelitos tiernos del buenrrollismo interespacial?). El propio Spielberg, con los años, se dio cuenta que si los hombres se llevaban tan mal entre ellos, yendo directos a la autodestrucción, no había posibilidades de paz con otros planetas y de ahí surgió La Guerra de los Mundos.

Ahora, Distrito 9 nos propone una parábola muy obvia sobre el racismo vigente en Sudáfrica, pero esto no es lo más destacado de la película. Un guión inusualmente sinuoso, nos lleva con buen pulso por un callejeros de la marginalidad extraterrestre, un vivir cada día en la favela alienígena. Con constantes y desconcertantes giros, el mayor valor de la primera película de Neill Blomkamp está en su originalidad narrativa y en su capacidad para enganchar a costa de sorprender con una historia planteada de forma poco habitual en el género.

En el lado negativo, el aspecto visual resulta cargante. Con un estilo muy Michael Bay, los planos apenas duran 30 segundos. Confundir montaje sincopado con acción está muy de moda, lo que sin duda incrementa la venta de aspirinas en las farmacias cercanas a las salas. Aunque quizá el mayor error de Blomkamp está en esos extraterrestres con los que resulta imposible empatizar, una especie de gambas gigantes que emiten sonidos absurdos, de aspecto repugnante, que el director quiere que acaben resultando cercanos para el espectador y no lo consigue en absoluto. En cualquier caso, tras el taquillazo, tenemos gambas o lo que sean para rato en las continuaciones que ya se preparan.

Gordos


En su esperada segunda película, Daniel Sánchez Arévalo confiesa que se ha inspirado en Magnolia y en Happiness, nada menos que dos de las más grandes películas que se han rodado del subgénero Vidas Cruzadas, que inauguró oficialmente Robert Altman pero que ya tenía ilustres antecedentes en alguna película clásica.

De Magnolia parece tomar los excesos que presiden toda la película: Exceso de metraje, exceso de verborrea, historias excesivamente alargadas, música excesiva cuando no es necesaria. De Happiness intenta tomar la vena gamberra y transgresora: El gay que aparentemente se vuelve hetero, la pareja ultra religiosa con problemas para disfrutar de su vida sexual, la familia supuestamente feliz en su gordura que esconde variados malos rollos, la mujer que tapa su fracaso amoroso forrnicando con el primero que pilla.

Lamentablemente, el director no maneja como sus colegas americanos el circo de cinco pistas que construye y no consigue ni emocionar, ni incomodar ni hacer reír a costa de la desgracia ajena tanto como pretende.

En Azuloscurocasinegro ya se apuntaba la tendencia al exceso de Sánchez Arévalo. Allí conseguía controlarse y lograba una de las películas más interesantes de los últimos años. En Gordos, sigue demostrando que es uno de los directores más talentosos de la actualidad, con capacidad para generar historias y fórmulas narrativas insólitas en el cine español, pero su escasa capacidad de síntesis y lo confuso de los objetivos de la historia arruina en parte una película desigual, a ratos estimulante pero otras veces agotadora y que desemboca en un desastroso desenlace que nos hace dudar sobre qué quería contarnos exactamente. Seguramente ni él lo tiene muy claro.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Anticristo


En el último festival de Cannes esta película generó una gran polémica por lo supuestamente provocador de su propuesta y consiguió el premio a la mejor actriz para su protagonista, Charlotte Gainsbourg. Realmente Lars Von Trier aspiaraba a llevarse la Palma (al más bestia) ya que se considera el mejor director de la actualidad.

Lamentablemente Von Trier no juega a fondo sus cartas y se queda a medias en todo: Quiere hacer una película de terror pero sólo en la parte final consigue realmente inquietar; quiere ser muy gore y extremo pero las dos escenas más repugnantes (en una incluso remite al famoso corte del ojo de Buñuel) están como un pegote; quiere ser Bergman, psicoanalizar los abismos de la locura y atacar virulentamente las técnicas psiquiátricas y lo más que consigue es aburrir y saturar con la histeria de la protagonista.

Sabemos que el director está gravemente enfermo del coco (así lo reconoce él mismo) y eso se nota cada vez más en sus películas. El desbarre mental a veces provoca obras maestras y Von Trier ya lo demostró anteriormente (Bailar en la oscuridad, Rompiendo las olas, Los idiotas) pero en este caso nos hace añorar la fuerza narrativa y el desasosiego de El Resplandor (de la que Anticristo es deudora en su argumento) y lamentar que el poderío visual (ese arranque tremebundo, las escenas que remiten a El Bosco) no se haya visto acompañado por mayor coherencia en el guión y por una historia rompedora y radical, pero de verdad, reivindicando el terror como el gran género que es, no escondiéndolo en una sesión de terapia barata.

lunes, 31 de agosto de 2009

Up


Como cada verano Pixar ha triunfado con su nueva propuesta. Y como cada verano yo me pregunto si las películas de Pixar interesan realmente a quiénes se supone que van dirigidas (los niños fans de Miley Cyrus, Jonas Brothers y Crepúsculo) o más bien a quiénes les llevan al cine (sus padres).

El año pasado con Wall-E consiguieron una obra maestra casi indiscutible, su mejor película… Pero los menores de 25 bostezaban hasta desencajarse la mandíbula con esa media hora inicial casi muda que no pegaba nada con la era de la ruidosa Playstation y del I-Pod permanente en la oreja… Raro el silencio ¿verdad?

Ahora Up (¿Por qué no se traduce el título? ¿Es fea la palabra “arriba”?) nos propone una mezcla entre melodrama y fantasía que tengo mis dudas apasione a su supuesto target. La mayoría de los adultos, visto el taquillazo, han arrastrado a la familia a las salas aunque probablemente sean ellos los que más se hayan emocionado con la historia, que propone una visión optimista sobre la vejez y el sentido de la vida.

Con un guión bastante flojo, aburrido y delirante (el abuelo arrastrando por las montañas la casa que vuela con los globos de la feria…) no creo que Up (o “arriba”) sea la maravilla de la que habla todo el mundo. Sus excesos lacrimógenos y sensibleros (ese flash que presenta de manera idílica 60 años de la vida del protagonista en unos segundos acompañado por música de violines… Uf) y sus aspiraciones líricas nos recuerdan al peor, más añejo y anticuado Walt Disney.

Seguramente el tiempo la pondrá en su sitio y no resistirá muchas revisiones excepto por su perfección técnica. Y seguramente será más recordada por los papás y mamás que todavía tienen en su subconsciente la educación sentimental con las viejas películas del abuelo Walt que por sus hijos enganchados al Disney Chanel y a toda la basura que genera.

jueves, 27 de agosto de 2009

Enemigos Públicos



El director Michael Mann comenzó su carrera en televisión y todos los que ya debemos cuidarnos tomando Minute Maid Antiox recordamos su Corrupción en Miami, que marcó un estilo inconfundible, con el primer marido de Melanie Griffith (en esa época ella ya le daba a la botella) recorriendo Florida con trajes imposibles que le hacían sudar la gota gorda a 40 grados a la sombra.

A Mann siempre le ha preocupado mucho la estética en sus películas, y lo peor de su carrera está cuando esa obsesión hace que se olvide de contar algo interesante (por ejemplo cuando adaptó la serie que le hizo famoso al cine). Son errores aislados en una filmografía en la que encontramos desde la primera aparición del Doctor Lecter (Manhunter), una biografía-hagiografía interesante sobre Muhammad Ali, su ataque frontal a la industria del tabaco que le valió varias candidaturas al Oscar (El Dilema-The Insider) y, sobre todo, dos de las mejores películas de acción de los últimos años: Heat y Colateral.

Enemigos públicos aborda la historia de John Dillinger, toda una estrella mediática que ya en vida fue consciente de su leyenda. La historia del atracador de bancos había sido llevadas varias veces a la gran pantalla, pero nunca como ahora. Las dos horas y media de metraje son un inabarcable ejercicio de virtuosismo con la cámara. Las escenas de acción están coreografiadas y medidas hasta en el último detalle para atrapar al espectador y dejarlo noqueado. Mann rueda como muy pocos directores pueden, mezclando el gran espectáculo con el retrato excepcional de personajes.

Por encima de la Gran Depresión y sus paralelismos con el momento actual, al director le interesan más otros temas. De nuevo aquí hay un enfrentamiento entre dos hombres antagónicos o quizá no tanto, (como Pacino y De Niro en Heat o Cruise y Foxx en Colateral). Johnny Depp es un Dillinger algo barroco y quizá con la piel demasiado tersa, pero clava al delincuente mítico, vanidoso y con aureola heroica. Christian Bale está memorable como Purvis, el policía que acaba obsesionado con su presa y atormentado por su conciencia. En medio, una historia de amor que con dos pinceladas emociona y desgarra, en parte gracias al buen trabajo de Marion Cotillard.

Con un final excepcional (especialmente esas escenas en el cine donde se proyecta El enemigo público número 1), Mann cierra la que es desde ya una de sus obras mayores, llamada a estar entre las mejores de este año y de otros muchos años.

lunes, 24 de agosto de 2009

Resacón en Las Vegas


Las películas sobre despedidas de soltero/a son casi un subgénero en sí mismas. Inevitable si se tiene en cuenta que la boda es en el cine de Hollywood la culminación del gran amor, el sueño de toda pareja y el momento más grande en la vida. Y claro, la despedida es el trámite inevitable y despendolado antes de llegar a ese día inolvidable.

Es verdad que la mayoría de los filmes sobre el tema son basura infecta, comedietas de tres al cuarto con escasas excepciones (tal vez sólo una: La noche de los maridos de Delbert Mann). Ahora se estrena Resacón en Las Vegas, tras un éxito espectacular en EEUU y toda una sorpresa aunque nos temíamos lo peor por el título, por el tema y porque todas las películas que se desarrollan en Las Vegas tienen tufillo a publicidad encubierta de la ciudad del juego y el vicio.

Cuatro amigos (en realidad tres más un invitado algo indeseable) se marchan de fin de semana para celebrar una despedida. Hasta aquí todo ya visto una y mil veces. La novedad: se despiertan la mañana siguiente con sorpresas muy desagradables en la habitación del hotel sin que ni ellos ni nosotros sepamos qué ha pasado. A partir de este momento comenzará una lucha contrarreloj para reconstruir lo sucedido. Con una estructura original, con gags sensacionales, y con un guión que tiene muy claro que su “core target” son hombres de 25 a 45 años (y a ellos se dirige acertando de pleno), la película demuestra que la renovación en la comedia USA es plena y está llena de grandes talentos. Dos horas de diversión como no recordábamos para terminar con unos títulos de crédito finales excepcionales que nos revelan las últimas y descacharrantes claves de esa noche misteriosa.

Para no perdérsela, especialmente si estáis en el “core target”.

domingo, 16 de agosto de 2009

Despedidas


Despedidas ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa este año superando a la favorita en todas las quinielas, la israelí Vals con Bashir (básicamente era favorita porque quiénes hacían las quinielas sólo habían visto ésta). Tras el estreno de ambas en España, analicemos algunos motivos que pudieron llevar a la academia a esta decisión:

1. Sabemos que el lobby judío es muy poderoso y tal vez no le gustó la crítica descarnada de Vals con Bashir. Esta sería la explicación más políticamente correcta en estos lares tan antisionistas. Yo me quedo con que la película, pese a su originalidad, también era bastante aburrida.
2. Despedidas es japonesa y ya tocaba un Oscar para oriente. El cine que llega de Taiwán, China, Filipinas o Japón se cuenta entre el más vanguardista y aplaudido por los críticos más modernos, pero filmes que han triunfado en los festivales como Deseando amar, El sabor de la sandía, Old Boy o La boda de Tuya han sido sistemáticamente ninguneados por Hollywood.
3. Mientras las películas citadas podían ser incómodas, de violencia extrema o directamente incomprensibles, Despedidas es clásica y bonita, incluso hay una larga escena en la que, sin venir a cuento, el protagonista toca un solo de chelo en un hermoso y verde campo.
4. La coartada japonesa permite alabar y dar premios a un dramón lacrimógeno que, si procediese de otros lares, sería calificado de pornografía sentimental. Aunque en su primera parte, muy superior a la segunda, juega un poco con la comedia y la peripecia de un músico fracasado que para sobrevivir debe trabajar amortajando muertos, hacia el final se desboca utilizando las técnicas más deplorables para provocar la lágrima fácil.

En definitiva, Hollywood premia a Oriente por una apuesta cercana a un “Estrenos TV” de la sobremesa, muy lejos de la radicalidad de la mayoría de los filmes que nos llegan desde allí. Más madera para criticar el Oscar a la película extranjera, cada vez más devaluado.

martes, 11 de agosto de 2009

Arrástrame al infierno


Tras rodar las tres partes de Spiderman y forrarse, Sam Raimi vuelve a dónde más nos gusta. A estas alturas y con permiso del hombre araña, sus mejores películas siguen siendo Posesión Infernal (toda una pasada del terror más gore rodada con tres duros), su continuación Terroríficamente Muertos, y la muy diferente Un plan sencillo, un gran estudio sobre la avaricia.

Ahora regresa al terror puro con esta gozada que es Arrástrame al infierno. Aunque no se atreve a volver a los extremos de sus inicios y los fans del género echamos de menos más casquería, Raimi relaciona la crisis hipotecaria con maldiciones y fenómenos paranormales para regalarnos casi dos horas de ironía desarmante (ese inicio con los trepas peleándose en la oficina bancaria por el puesto vacante) y de momentos realmente antológicos como la visita a la sucursal de la genial y repulsiva vieja interpretada por Lorna Raver y el suplicio que se inicia para el repelente personaje de Alison Lohman.

Pese a algún innecesario coqueteo con el romance juvenil más empalagoso tan de moda en la era Hannah Montana/Crepúsculo/Jonas Brothers, el contundente final de Arrástrame al infierno nos recuerda que Raimi es todo un referente del mejor terror de las últimas décadas. Lástima que ahora ruede, tentado por el vil metal, Spiderman 4.

jueves, 23 de julio de 2009

Tres Monos


En los cines Golem de Madrid (antes Alphaville), el último reducto del cinéfilo más cultureta y repelente, sobrevive Tres Monos, una película turca descaradamente minoritaria pero de esas que consiguen un boca-oreja envidiable.

Con un argumento que parece extraído de lo mejor del escritor James M. Cain (El cartero siempre llama dos veces, Doble Indemnización, Mildred Pierce), el director Nuri Bilge Ceylan hace algo totalmente diferente a lo que vimos en esos grandes clásicos. La historia de un hombre que paga por el delito de otro a cambio de dinero con consecuencias trágicas en la vida de su mujer y su hijo, es una excusa para un ejercicio de ascetismo, de economía narrativa hasta extremos autistas y de enfermizo cuidado de la imagen (los fotogramas han sido pintados a mano por Ceylan)

No se puede negar la fascinación que produce Tres monos, el acierto de su título (que se basa en la leyenda japonesa de los tres monos de la sabiduría: uno se tapa la boca para no hablar, el otro los ojos para no ver y el último los oídos para no escuchar) y el interesante tour de force visual que propone Ceylan y que le valió el premio al Mejor Director en Cannes 2008.

Pero cabe reprochar a la narración un exceso de frialdad que impide emocionarse del todo con la historia. Ceylan se esfuerza tanto en ser un gran artista que se olvida de transmitir sentimientos. Se le ha comparado con Ingmar Bergman, pero éste tras una apariencia glacial escondía bombas de intensidad atómica. Tres Monos se queda en que la escena se vea muy bonita y muy artística.

miércoles, 15 de julio de 2009

Pagafantas


El cine español ha cogido carrerilla este año en la taquilla con comedias supuestamente adolescentes que ha respaldado el público. Si en Mentiras y gordas se nos proponía una especie de culebrón desmelenado que contenía un retrato generacional presidido por un descerebrado consumismo y la ausencia de ninguna meta u objetivo vital excepto drogarse y follar todo lo posible, en Fuga de cerebros la propuesta se dulcificaba relativamente mirándose en el espejo de la más idiota comedia americana actual.

Pagafantas supera claramente estos antecedentes. Tomando como referencia la comedia clásica, el director Borja Cobeaga (que fue candidato al Oscar por uno de sus cortometrajes) hace que la chica desencadenante de la trama aparezca en un contenedor de basura, como las heroínas de películas clásicas surgían en los momentos más inesperados, y complique indefinidamente la vida del pagafantas que centra la acción, un Gorka Otxoa que parece haber nacido para interpretar a este personaje.

Con un tempo envidiable, la duración exacta para una gran comedia (80 minutos), un inteligente uso de la elipsis (esas borracheras que no vemos) y con algún error de bulto (la escena de la boda es excesiva por su exagerado ensañamiento con el protagonista), la película avanza entre estupendos “gags” hacia un desternillante final.

En resumen, una buena opción para divertirse en el cine, algo bastante difícil últimamente.

domingo, 5 de julio de 2009

Tetro


“Todas las familias guardan un secreto”. Esta es la frase con la que se promociona la última película de Coppola y que quiere buscar relaciones con su obra maestra El Padrino. Es verdad que en Tetro se habla sobre la familia y en El Padrino también. Se acabaron las coincidencias.

Tetro es una historia sin interés, escrita se diría por un principiante que no sabe nada sobre cine. Es increíble que todo esto haya que aplicarlo a quién dirigió Apocalypse Now o La conversación, pero desde hace años ya sabemos que Don Francis ha perdido toda inspiración cinematográfica y prefiere dedicarse en cuerpo y alma a las bodegas que le han hecho muchomillonario. Juventud sin juventud, su anterior filme, nadie se atrevió a estrenarlo en España.

Las dos horas en blanco y negro se hacen eternas. Entre el desconcierto y la estupefacción, asistimos a situaciones absurdas (ay, esa escena de cabaret con la patética aparición de Carmen Maura) en un Buenos Aires de topicazo barato y con innecesario viaje de postal a la Patagonia final incluido. Los actores hacen lo que pueden, especialmente Maribel Verdú que se esfuerza por dar credibilidad a su personaje pese a su “pronunsiesion” muy de “coach”, mientras Vincent Gallo con la pinta de colgado de siempre anuncia que ésta será su última película. A ver si es verdad.

Y aunque Coppola lo reviste todo de preciosismo formal, con un look chocante de tan cuidado, se vuelve a demostrar que si el contenido no interesa da igual lo bonita que sea la fotografía.

Terminator Salvation


El director de Terminador Salvation se llama McG (casi el nombre de un androide) y ha declarado: “Seguro que Michael Bay la tiene muy grande pero a veces me gusta pensar que yo la tengo más grande que él”. Se trata de toda una declaración de principios y de una frase que sin duda califica por si sola a quién la pronuncia. Si para McG el referente es uno de los peores directores de los últimos siglos, el creador del plano de 30 segundos y de ese horror llamado “Pearl Harbour”, deberíamos prepararnos para lo peor.

Luego resulta que como su obra más conocida,“Los angeles de Charlie”, la película no es tan mala como esperábamos, y él no es tan mal director como Bay (por eso tiene menos éxito), pero en este caso los referentes son los Terminators de James Cameron, y eso son palabras mayores.

En Terminator Salvation es imposible encontrar coherencia de ningún tipo con el resto de películas de la saga, ya que las idas y venidas en el tiempo han creado tal rompecabezas que no hay guionista que lo descifre. En este caso la opción ha sido hacerlo todo más atronador, multiplicar la testosterona y al protagonista por 2 (aquí John Connor casi es un secundario) e intentar que todo sea lo bastante incomprensible para que los seguidores de Terminator no puedan pillar gazapos de importancia.

Brillan algunas escenas de acción y otras (la del campo de minas) parecen salidas del peor Van Damme. En cualquier caso quien vaya a ver una cuarta parte de Terminator dirigida por McG sabe a lo que va. Así que allá vosotros.

viernes, 3 de julio de 2009

Ángeles y Demonios


Mi primer contacto con el universo de Dan Brown ha sido esta película. No he leído El Código Da Vinci ni he visto su adaptación al cine, pero la curiosidad me ha empujado a saber lo que triunfa en la taquilla pre-veraniega y qué han hecho con la novela original el director Ron Howard (ganador del Oscar por Una mente maravillosa) y sus multimillonarios guionistas (Akiva Goldsman y David Koepp)

Ron Howard es mucho mejor en su oficio que Brown y si consiguió elevar a tenso thriller la entrevista que David Frost hizo a Richard Nixon (un acontecimiento que al resto de la humanidad nos importaba un bledo), aquí también logra imágenes impactantes y un espectáculo entretenido partiendo de los materiales de derribo del libro que adapta.

Porque de derribo es la delirante gimkana por Roma de los protagonistas, apoyada aquí y allá por frases y hechos históricos sacados de contexto y por un esquematismo que reduce el significado de algunas obras de arte a un simple juego, a un absurdo código y a una conspiración de sociedades secretas que empujarían a Bernini de nuevo a la tumba si supiese que en la sociedad actual de la desinformación muchos conocerán por primera vez su Éxtasis de Santa Teresa gracias a que Tom Hanks pasaba por allí.

Así, el talento del director choca con lo lamentable de la historia que alcanza cotas indescriptibles en el clímax final cuya acumulación de despropósitos llega al absurdo (la escena del paracaídas sobre la Plaza de San Pedro tomada por hordas que parecen estar asistiendo más a un partido de fútbol que la elección de un nuevo Papa es propia de un desfase de LSD)

En definitiva, Dan Brown aspiraba a crear a un nuevo Sherlock Holmes, pero sus tramas parecen salidas del peor James Bond o del más inverosímil capítulo de Misión Imposible. Nos queda la polémica sobre el daño que se supone estas historias hacen a la iglesia, aunque, como es habitual en Hollywood cuando se acerca al Vaticano, la supuesta crítica inicial queda diluida por la fascinación que generan los rituales de Roma, los hábitos, los sellos y los edificios que acaban conquistando a los escépticos artistas que finalmente muestran de nuevo al Papa como una figura intocable rodeada de un halo de santidad.

Ángeles y Demonios es un espectáculo descerebrado pero distraído, en el que los más perversos disfrutarán analizando los horrores que los cirujanos plásticos han hecho en la cara y el pelo de Tom Hanks, y descubriendo que más que un ataque a la iglesia, parece que a Brown le pagaron desde la Banca Vaticana para hacer un ejercicio de marketing en el que las tradiciones de la jerarquía católica pintan finalmente más vistosas y heroicas que nunca.

sábado, 30 de mayo de 2009

STAR TREK XI


Nadie sabe explicar el porqué del éxito de Star Trek. Cinéfilos, antropólogos, estudiosos de la historia de la televisión… Con sólo tres temporadas en antena y un éxito discreto, posteriormente nada menos que 11 películas de cine (casi todas con recaudaciones mediocres) y nuevas temporadas de la serie, con antiguos y nuevos personajes, han continuado la historia, ampliado su peculiar mitología y se han eternizado en el imaginario colectivo con presencia incluso en las últimas elecciones vascas.

¿Cuál es el secreto? ¿Tal vez alienígenas venidos de otras galaxias escribieron los guiones originales para enganchar a todos los de su raza que, infiltrados en la Tierra, se reúnen de vez en cuando con la excusa en esas absurdas convenciones “trekkies” aunque sus auténticas intenciones sean colonizar nuestro planeta? ¿Puede ser que importantes intereses masónicos se encuentren tras las tramas de la saga? ¿O se trata sólo de otra maniobra de distracción del Gran Hermano?

Cualquiera que sea la respuesta, en ningún momento me he sentido atraído por toda la parafernalia de Kirk, Spock y demás. Jamás he visto la serie ni sus continuaciones aunque sí varias de las películas. La primera, firmada nada menos que por Robert Wise, era un curioso producto que nació tras el éxito de La Guerra de las Galaxias pero que poco o nada tenía que ver con ésta y que poco o nada se benefició de la fiebre generada por Lucas. Si éste nos arrastraba a dos horas de acción sin respiro, de aventura tras aventura, Star Trek nos proponía una extraña mezcla de filosofía y parafernalia espacial cercana al Isaac Asimov más aburrido. En las 9 películas que siguieron hubo de todo: Desde la más apreciada por los fans y quizá la más interesante por su falta de pretensiones y espíritu de serie B (La ira de Khan), hasta el delirio ecologista de Misión: Salvar la tierra, pasando por auténticos bodrios.

Ahora, J.J. Abrams, en su infinita listeza, se pasa a los personajes y a todas las tramas hasta ahora contadas por el arco del triunfo para hacer lo que a él le da la gana: Un cruce entre Perdidos, El imperio contraataca y uno de esos subproductos para adolescentes tan de moda en los que el protagonista es raro, rebelde e inadaptado pero mola mucho, está muy bueno y acaba siendo un héroe. En fin, aunque el título remita a la serie de culto, a él le interesa más el taquillazo y hacer guiños a los zumbados que estamos enganchados a la locura de Perdidos (ojo porque el viaje en el tiempo de algunos personajes hace que se genere una línea temporal alternativa… ¿Tal vez lo que sucederá también en la sexta temporada de una de las series más retorcidas de la historia de la televisión?)

El resultado: De lo más entretenido y destinado a generar nuevas secuelas que tal vez lleven la saga a eternizarse por los siglos de los siglos.

domingo, 24 de mayo de 2009

Las Reinas en el Cine


Isabel, los años dorados, es la última contribución del Hollywood a la glorificación de la monarquía (bueno, al menos de la inglesa) Se trata de una secuela (aunque no se podía titular Isabel II) de una celebrada versión sobre los primeros años como soberana de la llamada Reina Virgen, aquella que intentó sustituir el culto a María y elevarse ella misma a los altares aunque para ello debiese renunciar al amor. Predecesora, por tanto, de profesionales actuales que se dedican casi en exclusiva al trabajo aunque para ello deban sacrificar su vida familiar.
Otros paralelismos con la actualidad: Ella, liberal y tolerante, defiende lo que ahora llamaríamos “el modo de vida americano” frente al fanatismo representado por Felipe II, o sea, ahora los moros. En fin, la hagiografía, el esquematismo, el maniqueísmo, el absurdo histórico (patético Jordi Mollá como el rey español) campan a sus anchas en esta película dirigida curiosamente por un hindú, Shekhar Kapur, que parece adorar al imperio británico pese a las tropelías que cometió en su país.

Al final, Isabel, los años dorados, es una excusa para recordar otras películas con reina. Por orden de reinado:

Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz): Una de las reinas más antiguas que ha retratado el cine utilizó algunas armas de mujer para conquistar, al menos en la cama, el Imperio Romano. En su día los escándalos sobre el sueldo de Elizabeth Taylor (“mi trabajo no vale tanto, pero si hay tontos que lo pagan yo lo cobraré”), su tormentosa relación con Richard Burton y la quiebra de la Fox por los gastos desmedidos ocultaron en parte la gran calidad del trabajo de Mankiewicz. Ni los anacronismos ni los errores históricos ensombrecen un gran espectáculo de 4 horas que pasan volando.

Locura de amor (Juan de Orduña): Juana I de Castilla, o sea, Juana la Loca era la protagonista de este desmelado melodrama con el que la roja Aurora Bautista, máxima estrella entonces de la galaxia cinematográfica franquista, se eternizó en las carteleras y provocó ríos de lágrimas en una España que necesitaba droga dura para soportar los rigores de la posguerra. Fernando Rey como Felipe el Hermoso, Jorge Mistral y Sarita Montiel (“una mala que está muy buena” dijeron las crónicas de la época) completaban el plantel de una película llena de excesos y hoy totalmente desfasada, aunque con cierto encanto desde una perspectiva petarda.

La vida privada de Elizabeth y Essex (Michael Curtiz): La reina más hollywodiense es interpretada aquí por la genial Bette Davis, que le da un aire de bruja despiadada que seguramente está muy cerca de la realidad. El padre de Isabel I, Enrique VIII, y su prima, María Estuardo, han sido también protagonistas de numerosos títulos, ya que quizá estamos ante la época histórica que más ha interesado al cine.

La reina Cristina de Suecia (Rouben Mamoulian): Una inaccesible Greta Garbo protagonizaba este drama romántico que durante una época TVE ponía un mes sí y otro también. Ahora prefieren Pretty Woman, pero yo me quedo con la divina Garbo de la que nunca se sabe si está profundamente enamorada o pensando en la decoración de la sala de banquetes. Frente a ella, John Gilbert como su enamorado completaba un clasicazo con imágenes que se quedan grabadas pese a que no haya envejecido demasiado bien.

Sissi (Ernst Marischka): Todo un modelo para generaciones de niñas y mayores que han soñado con encontrar a su príncipe azul y casarse como princesitas, la falseada y edulcorada historia de la esposa del Archiduque Francisco Fernando conoció hasta dos secuelas de singular éxito. Al visitar Austria no cesan las referencias a la auténtica personalidad de Isabel, frívola y frustrada por un matrimonio forzado que ella no deseaba. Pese a todo, en los palacios vieneses sólo se habla de esta reina, como si no hubiese habido otra. Impresionante el poder del cine sobre el imaginario colectivo.