jueves, 29 de octubre de 2009

Cine de Terror


Ahora que se acerca la Noche de Difuntos, nada mejor que recordar 13 películas de terror. Inolvidables, aterradoras y apropiadas para celebrar como se merece una fecha tan señalada...

Aliens, El regreso (James Cameron): Aunque las segundas partes mediocres son habituales en el género, Aliens es la secuela perfecta. Partiendo de una obra maestra absoluta desarrolla algunas de las incógnitas no resueltas por Ridley Scott y juega la baza de multiplicar el terror y la tensión hasta cotas inimaginables. Sus dos horas y media pasan como un angustioso suspiro y se deja ver una y otra vez, lo que demuestra que Cameron no tiene rival cuando se lo propone.

Asalto a la comisaría del Distrito 13 (John Carpenter): Planteada como una del oeste (de hecho la historia es casi calcada a la de Rio Bravo), el mejor Carpenter logra una de las cimas del género con una narración angustiosa como pocas o seguramente como ninguna, demostrando de paso que puede dar mucho más miedo la comprobada crueldad humana que una improbable resurrección de zombies.

Carrie (Brian De Palma): Adaptando a Stephen King, De Palma logra poner la carne de gallina con la historia de esa niña con telequinesis maltratada por la vida, por su madre (tremenda Piper Laurie) y por sus compañeros de colegio. Media hora final de antología pocas veces superada en el género.

En compañía de lobos (Neil Jordan): El cuento de Caperucita es perversamente interpretado por el mejor Jordan. Con una estructura laberíntica y una excelente ambientación que remite a El Bosco, el resultado es una de las películas más originales e insólitas jamás filmadas.

El exorcista (William Friedkin): Utilizando una coartada pseudoreligiosa, Friedkin logró un éxito apoteósico y desmayos en los cines con los vómitos y obscenidades de la niña Regan. Con el paso del tiempo algunos han intentado devaluarla hablando de lo ridículo que queda todo aquello ahora. Probablemente tras decenas de parodias y frases que se prestan al chascarrillo (“¿Has visto lo que ha hecho la guarra de tu hija???”) sea posible echarse unas risas, pero a muchos la primera vez que la vimos nos dio mucho mucho miedo…

La noche de Walpurgis (León Klimovsky): El ejemplo perfecto del cutre-terror-hipano-que-quiere-pasar-por-serie-b-americana es esta muestra de cine de vampiras con mucha ambigüedad y sugerencia sexual. Seguramente todo queda un poco casposo, pero no se le puede negar un gigantesco encanto kistch y una fuerte personalidad.

La profecía (Richard Donner): Otro icono del cine de terror es Damien, el hijo de Belcebú llegado a la tierra para sembrar el mal. Gregory Peck y una magnífica y muy inquietada Lee Remick eran los padres adoptivos del mofletudo nene que llegó del infierno. Una estructura de precisión diabólica, algunas escenas memorables (el suicidio de la niñera: “Damien, lo hago por ti”) y una memorable música del maestro Jerry Goldsmith (su único Oscar) completan un clásico.

El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez): Una vez más se demuestra que el miedo, como la risa, va por barrios. A muchos les pareció que esta película era una chorrada y que no asustaba nada. A otros, su realismo de cámara en mano, los ruidos de origen desconocido, la apuesta por sugerir mucho más de lo que se muestra y ese bosque fantasmal, nos provocaron más de una noche de insomnio.

Rabia (David Cronenberg): Si hablamos de grandes del género es imposible olvidarse de Cronenberg. Aunque en su última etapa su cine ha dado un giro hacia temas más “serios” o “profundos”, muchos añoramos sus comienzos, con tramas morbosas y malsanas relacionadas con el mal uso de la medicina. En Rabia, la estrella porno Marilyn Chambers despierta de su operación de estética con un insaciable apéndice en su axila, que extenderá una epidemia por la ciudad… Con ese argumento y Cronenberg tras la cámara, sólo podemos esperar hora y media de intenso disfrute.

Ringu: El círculo (Hideo Nakata): La película que descubrió en occidente a Nakata, provocó un fuerte impacto por su capacidad para generar atmósferas asfixiantes y plantear historias novedosamente inquietantes. El vídeo que asesinó a varios adolescentes tras cargarse a la estrella de la radio conoció un afortunado remake en los USA, si bien las copias siempre tienen menos mérito que el original.

Saw (James Wan): Iniciadora de una saga interminable, el primer Saw provocó un shock por su originalidad y por abrir una línea tan extremadamente morbosa que el aficionado al género con más escrúpulos termina la película convencido de que el mundo está lleno de mentes enfermas (los creadores y los que difrutamos viendo algo así).

El Silencio de los Corderos (Jonathan Demme): El Doctor Lecter es un indiscutido en el olimpo de los grandes asesinos del cine. Aunque sea una hermanita de la caridad comparado con Michael Myers, la extraordinaria caracterización de Anthony Hopkins y su legendario duelo dialéctico con Jodie Foster provoca escalofríos incluso en el recuerdo. Un pulso maestro que no decae en ningún momento y un director en estado de gracia redondean una película que está entre las más grandes de todos los géneros y de todos los tiempos.

Suspiria (Dario Argento): El llamado giallo procede de Italia y podría definirse como un terror de argumento retorcido, puesta en escena barroca y música atronadora. Tras el éxito de El pájaro de las plumas de cristal, el maestro Argento rodó las mejores muestras del subgénero contando incluso con estrellas internacionales en sus repartos. Para mí Suspiria es la cumbre, con mucha sangre, mucha crueldad y, como siempre, sorpresa final.

martes, 20 de octubre de 2009

Luna (Moon)


El hijo de David Bowie ha decidido ser director y, claro, para él es un hándicap, no lo ha tenido nada fácil, las comparaciones son odiosas y bla bla bla. Como no podía ser de otra manera, su peli quiere ser muy cool igual que él y su padre y el distribuidor no traduce el título y lo deja en inglés que queda mejor y más vendible para el público de la Plaza de los Cubos.

Luna (o Moon, para quién prefiera la lengua del Imperio) pretende volver a la ciencia ficción de los 70, que era más intelectual, más reflexiva, o eso dice Dunca Jones (el hijo de papá). Y en parte consigue recuperar ese aroma inquietante que se respiraba en La Fuga de Logan o Engendro Mecánico, por recordar dos títulos clásicos de la época. La trama sugiere durante algún tiempo y luego se centra en un juego de paradojas envuelto en un contexto que quiere ser asfixiante y claustrofóbico pero que deja demasiados grietas para que respire el espectador, lo que frustra en parte sus objetivos.

Duncan Bowie (perdón, Jones) consiguió un montón de premios en el Festival de Sitges, lo que dice mucho de su marketing o muy poco del resto de películas a concurso. Es adecuada para una tarde aburrida y satisfará a los fanáticos del género más enrevesados. A los demás nos deja algo fríos, porque lo que aspiraba a parecerse a Solaris, acaba siendo como un capítulo entretenido de Dimensión Desconocida. Aunque, viendo lo que ofrece la cartelera, eso tampoco está mal.

sábado, 17 de octubre de 2009

El Secreto de sus Ojos


Reconozco que he tardado en ver esta película debido a la alergia que me produce el cine argentino en general y el protagonizado por Ricardo Darín en particular. Si El hijo de la novia me pareció un drama sensiblero algo inaguantable, creo que su director Juan José Campanario (perdón, Campanella, cuanto mal hacen los programas del corazón) ha conseguido con El secreto de sus Ojos una de las propuestas más atractivas que nos ofrece la cartelera.

Mezclando amores imposibles con una absorbente trama policíaca, el filme recorre 30 años de la historia de Argentina con escasas pero contundentes referencias políticas. Y, por una vez, la verborrea sentimental habitual en las películas que nos llegan de allí se contiene, dando lugar a una de las más hermosas y subterráneas pasiones que se han visto últimamente, compuesta sólo por miradas abrasadoras.

Con una factura técnica impecable y un virtuosismo inesperado (la escena del estadio, que parece rodada en plano único, deja sin aliento), sobresalen los actores, especialmente Soledad Villamil (el secreto está en sus ojos) y (aunque parezca mentira) Ricardo Darín, menos sobreactuado y más convincente que nunca.

martes, 13 de octubre de 2009

Si la cosa funciona


Woody Allen vuelve en otoño a su cita anual con la legión de fans que, al menos en España y en los cines de V.O., acuden en masa impacientes por paladear su nueva ocurrencia. Claro que últimamente Allen ofrece pocas cosas nuevas.

Hacer una película al año implica el riesgo de no tener nada que contar, y más cuando siempre acudes a tus propias historias y a guiones que adaptan tu propia vida. En este caso, la sensación de “ya visto” es abrumadora. La relación entre el protagonista y su joven amiga remite directamente a Poderosa Afrodita y a la constante obsesión del director por las relaciones con mucha diferencia de edad (por ejemplo, la suya con Soon-Yi). La madre (estupenda Patricia Clarkson) se reinventa a sí misma sin poder ocultar sus auténticos orígenes como hacían los personajes de Granujas de Medio Pelo. Y todo con la machacona musiquilla anticuada de gramófono marca de la casa que a mí últimamente me pone los nervios de punta.

Al final y desde hace varias películas, se tiene la sensación de que Allen se dedica a hacer rutinariamente su trabajo como si fuese un funcionario para alimentar las muchas bocas a su cargo, a escribir guiones que, conociendo su talento y sus obras mayores, no le deben llevar más allá de una tarde y, si surge, a darse garbeos de lujo muy bien pagados en plan vacaciones encubiertas (véase Vicky Cristina Barcelona o su periplo londinense).

Si la cosa funciona no es, ni de lejos, el regreso añorado a Nueva York. El protagonista es auténticamente antipático e insoportable, la historia no tiene apenas gracia, y está rodada con la desgana de quién está deseando volver a casa a bañar a los niños. Seguiremos esperando a que la flauta suene de nuevo (desde Match Point no lo hace) aunque sea por casualidad.

domingo, 11 de octubre de 2009

20 años sin Bette


El 6 de octubre se cumplieron 20 años de la muerte de Bette Davis. A muchos de los que crecimos viendo en televisión sus películas nos entristece que la caja tonta la haya olvidado por completo. Estos tiempos de mediocridad tal vez hagan posible que, en breve, la que fue un ídolo de masas y símbolo de la cultura popular del Siglo XX quede relegada a objeto de culto por carcas nostálgicos o ratas de filmoteca. Su talento era demasiado grande para un mundo que es cada vez más intelectualmente pequeño.

Recordemos 10 películas imprescindibles, en las que esa mirada inmortal quedará para siempre en las retinas de los que disfrutamos viéndolas:

Cautivo del Deseo (John Cromwell, 1934): “Sobre la servidumbre humana” es la traducción literal del título original de esta adaptación de una novela de Somerset Maugham. Aquí Bette compuso a una malvada antológica, que le valió su primera candidatura al Oscar. Un melodrama excepcional que resiste una y mil revisiones.

Jezabel (William Wyler, 1938): Como compensación por no haber obtenido el ansiado papel de protagonista en Lo que el viento se llevó, la Warner ofreció a Davis el de Julie, otra Escarlata O’Hara sureña cuyo egoísmo inicial le llevará a un purgatorio terrenal del que saldrá redimida. Segundo y último Oscar de su carrera (aunque sería candidata 8 veces más) y primera colaboración con Willian Wyler, uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Juntos, nos regalarían otras obras maestras.

Amarga Victoria (Edmund Goulding, 1939): Un director mediocre, una historia que nos remite a un Estrenos TV de sobremesa, pero una película que se hace grande e inolvidable por la interpretación de una actriz. Su retrato de una enferma terminal intentando aprovechar sus últimos días conmueve y emociona.

La Carta (William Wyler, 1940): El flashback es aquí el recurso utilizado para engañar al espectador como la protagonista engaña a los que la rodean. Historia de una pasión desbocada con final trágico, La Carta es un todo un clásico del drama mezclado con elementos criminales. Incluso fue objeto de un remake protagonizado por Lee Remick.

La Loba (William Wyler, 1941): Regina Giddens es una de las cumbres de la carrera de Bette Davis. Despiadada y ambiciosa, la escena en la que deja morir a su marido en pleno ataque al corazón es una de las más impactantes que se han visto nunca en pantalla. La adaptación de la obra de Lillian Hellman queda como una conjunción de talentos extraordinaria y como un retrato del egoísmo plenamente vigente 68 años después.

La Extraña Pasajera (Irving Rapper, 1942): Uno de los mayores éxitos en taquilla de su tiempo. La protagonista es una solterona que huye en un barco de su vida anterior y se reinventa a sí misma para acabar encontrando el amor que buscaba. Otra mujer fuerte, que supera las restricciones de la época con la que se identificaron millones de espectadoras. Tal vez la película no ha soportado bien el paso de los años, pero queda como un interesante documento sociológico.

Más allá del bosque (King Vidor, 1949): Como no podía ser menos, la unión de Davis y King Vidor dio un resultado explosivo. Rosa Moline es una Madame Bovary americana, harta de su vida mediocre y de su bondadoso marido que no duda en tirarse de un coche en marcha para abortar y poder huir con su multimillonario amante. Desmelado melodrama donde los haya, toda una gozada para los amantes del género.

Eva al Desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950): Obra maestra absoluta, situada entre las cien mejores películas de la historia por todos los que la han visto, este retrato sobre el mundo del teatro y sobre el mundo en general sigue teniendo una vigencia absoluta. Un guión perfecto, una historia absorbente y unas interpretaciones antológicas entre las que, además de una Davis que con una mirada fulmina y lo dice todo, sobresale Anne Baxter como la Eva del título, una trepa falsa y despiadada, capaz de cualquier traición por lograr sus objetivos.

¿Qué fue de Baby Jane? (Robert Aldrich, 1962): Un clásico del cine de terror, en el que la ex niña prodigio Baby Jane Hudson (Davis) hace la vida imposible a su hermana inválida, Joan Crawford, a la que envidia y detesta. Es legendario el enfrentamiento que las dos divas tuvieron en el set. Muchos años después Bette declaró “He encontrado las palabras para describir a Crawford, pero yo no uso ese vocabulario en público”. Inolvidable la escena de la rata.

El Aniversario (Roy Ward Baker, 1968): Con 60 años, Davis ya llevaba un lustro encasillada en papeles de vieja loca en películas de terror por el éxito de Baby Jane. El aniversario es seguramente su último gran papel. Ella está impactante como madre posesiva y despiadada (y con un parche en el ojo) en esta producción de la legendaria Hammer.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Rec 2


Ya desde el impactante trailer que llegó a ritmo de Concha Piquer (www.youtube.com/watch?v=upKeYiVcdkw) se nos anunciaba algo grande para REC2. Los fans del terror quedamos entusiasmados con la primera parte, toda una experiencia traumática, incluso para los más curtidos, y convertida en un clásico instantáneo del género. Esperábamos que su secuela no defraudase. Y no lo hace.

Tomando como referencia Aliens de James Cameron, quizá la mejor continuación que se ha hecho de cualquier película, la historia de REC se retoma apenas media hora después de ese final antológico con la reportera de “Mientras usted duerme” reclamando que se grabasen incluso sus minutos más angustiosos (ver la imagen que encabeza estas líneas). Y aunque ahora se pierda en parte el factor sorpresa y no se explote del todo a esa comunidad de vecinos reconvertida en un terrible infierno, Balagueró y Plaza consiguen de nuevo dejarnos clavados en la butaca, en otra hora y media de auténtica claustrofobia y horror máximo que sucede muy cerca de su casa (en un castizo edificio barcelonés)

Se multiplican los zombis (¿o no son zombis?), los puntos de vista, la sangre y se afila el ingenio del guión para terminar con un sensacional fin de fiesta protagonizado por una Manuela Velasco decidida aquí a ser la Sigourney Weaver… de España. Y olé.

Continuará en Rec 3

domingo, 4 de octubre de 2009

Río Helado (Frozen River)


El cine independiente americano tiende cada vez más a hacer películas clónicas. Si se acusa a Hollywood de la repetición de fórmulas para lograr blockbusters, sus primos hermanos los “indies” (recordemos que la mayoría de los supuestos independientes están casi siempre producidos por divisiones ad-hoc de las majors) hacen más o menos lo mismo. Las variaciones sobre diferentes dramas y comedias de una familia disfuncional se repiten hasta la extenuación desde Pequeña Miss Sunshine a Junebug pasando por Juno.

Por eso se agradece cuando alguien se aparta relativamente del camino más trillado. Aunque Río Helado repite el esquema familiar (y disfuncional) y se centra en otro tema de lo más querido (la inmigración), su retrato nada amable de la protagonista y su hijo o de esa mujer india que conoce casi por casualidad son bastante más complejos de lo habitual.

Y cómo no, la interpretación de Melissa Leo (Concha de Plata en San Sebastián y candidata al Oscar) es fundamental como sostén de la historia. Los primeros planos inmisericordes con una cara muy curtida por la (mala) vida, muestran a una mujer dura, contradictoria y con la que no nos identificamos pero a la que comprendemos perfectamente.

En resumen, un retrato muy recomendable de la cara más triste de América, la de los perdedores, la del frío helador, la de las desconocidas reservas indias, la de los inmigrantes que no llegan del sur sino de la frontera norte.