domingo, 31 de enero de 2010

Un tipo serio


A los hermanos Coen les gusta desconcertar, o sólo así se puede explicar su pasión por dar giros de 180 grados de película en película. Tras un inicio prometedor con ecos del mejor cine negro (Sangre Fácil) se pasaron a la comedia desconcertante y surrealista (Arizona Baby). Después de filmar dos obras maestras (Muerte entre las flores y Barton Fink) nos dejaron de piedra con una rareza como El gran salto. Dieron en la diana con Fargo, pero posteriormente estuvieron años rodando todo tipo de irregulares divertimentos, desde una adaptación de Homero (O Brother!) hasta un infumable vehículo para el lucimiento de Clooney y Zeta Jones (Crueldad Intolerable).

Tras el Oscar por No es país para viejos y después de la comedieta con estrellas (Quemar después de leer) su nueva propuesta es Un tipo serio. Da la impresión de que, otra vez, quieren desconcertar. Con un reparto desconocido (según ellos no hubo dinero para más, increíble tras conseguir el premio gordo de la industria), la historia de un profesor judío está contada con una parsimonia que se diría provocadora. Con tintes kafkianos y supuesta autocrítica (?) a la sociedad judía a la que pertenecen, la hora y media de metraje pesa como una losa entre desconcertantes giros que nos hacen dudar sobre qué narices nos quieren contar esta vez.

Hay quiénes dicen que los Coen son un fraude sobrevalorado. No lo comparto, pero he de reconocer que cuando quieren provocar pueden ser exasperantes. Con lo bien que les salen las películas con narraciones clásicas y argumentos sólidos, da rabia que nos torturen con marcianadas como ésta.

jueves, 28 de enero de 2010

Teniente Corrupto





Hace 18 años, Abel Ferrara nos dejó congelados con aquella película que comenzaba con Harvey Keitel dejando a sus niñas en el colegio para luego meterse varias rayas en el coche y terminar acudiendo a la misa matinal. El cuerpo de policía neoyorkino se nos presentaba de una forma salvajemente inquietante.

Ahora, Werner Herzog retoma el título y algo del personaje para llevarnos al Nueva Orleans post-Katrina de la mano de un Nicholas Cage tan sobreactuado como acostumbra y con un implante capilar que parece robado a alguno de los muñecos de José Luis Moreno.

Las diferencias entre Herzog y Ferrara son evidentes, no sólo a nivel físico (ver fotos), sino también y más importantes, por experiencias vitales dispares. Mientras el primero ha disfrutado enfrentándose a la selva, a la naturaleza en estado puro y a los animales salvajes (Klaus Kinski); Ferrara se ha pegado unos pasotes químicos que se reflejan en su cara y que ha sabido plasmar con exactitud en su cine.

El director alemán, ahora, nos lleva de safari por el lado oscuro pero siendo relativamente indulgente con su personaje que, al fin y al cabo, es víctima de una buena acción que le convierte en adicto a todo tipo de drogas. Mantiene el pulso en un relato incómodo que de nuevo nos muestra lo que casi todos sospechamos: La mayoría de las veces es mejor protegerse de los que supuestamente nos protegen, digan lo que digan en el programa de Ana Rosa Quintana.

Con opciones visuales arriesgadas (las iguanas de las que tanto se ha hablado) y originalidad marca de la casa, este Teniente Corrupto merece la pena en una cansina cartelera en la que destaca pese a todos sus errores e irregularidades, que se agolpan en la media hora final.

viernes, 22 de enero de 2010

La Cinta Blanca


Lo primero que sorprende de La cinta blanca es el clasicismo de su puesta en escena. Viniendo de un director tan agresivo en sus propuestas (Funny Games, Código desconocido), es chocante encontrarse con un “look” que casi parece salido de una adaptación british de algún libro de E.M. Forster. Sin embargo, ese blanco y negro inmaculado ya nos advierte de las intenciones de mostrar contrastes agresivos.

Con referencias tan dispares como el terror de El pueblo de los malditos o la denuncia del fanatismo luterano tan habitual en Ingmar Bergman, la última ganadora del Festival de Cannes nos muestra con un impresionante poder de sugestión los efectos de la mala educación, suave en las formas pero brutalmente represiva y de una violencia soterrada pero espeluznante. Al final, no estamos tan lejos de La Pianista, pues poco se nos muestra directamente, pero lo que vemos nos aterra y nos sugiere todo lo que se esconde tras esas formas exquisitas y esos sentimientos y pasiones amordazados, literalmente atados a las patas de la cama.

Mucho se ha hablado sobre las referencias que contiene a la génesis del nazismo, ya que los niños del año 1916 serían los adultos que desencadenarían la locura en los años 30. Sin embargo, sabemos por Bergman que en Suecia no andaban muy lejos de esta brutalidad en el modelo educativo y sin embargo no fue la cuna de Hitler. Muchos otros factores influyeron en que esa sociedad, corrompida y resentida, llegase a una de las cimas de autodestrucción de la historia de la humanidad.

Ningún amante del gran cine debería perderse La cinta blanca que con una exquisita belleza formal, nos asoma a los abismos más oscuros de la condición humana. Escenas tan aparentemente formales pero de brutalidad extrema como el diálogo entre el médico y la comadrona sobre el futuro de sus relaciones, son absolutamente memorables y formarían un díptico imprescindible con la que ya ha sido saludada como una de las cumbres de la literatura del Siglo XXI, Las Benévolas de Jonathan Littel. Ambas, nos ayudan a comprender qué pasaba en esas sociedades, austríaca y alemana, para alumbrar el huevo de la serpiente y cómo la población y el ejército terminaron por adaptarse con resignación a la locura en la que sus dirigentes embarcaron al mundo.

jueves, 14 de enero de 2010

Sherlock Holmes




Tras observar desde su tumba las cientos de adaptaciones e imitaciones que ha sufrido su obra, Arthur Conan Doyle se ha debido revolver al enterarse de que el ex-marido de Madonna iba a acometer una “puesta al día” de su personaje más universal.

Guy Ritchie ha sido más conocido por su relación matrimonial que por haber realizado películas memorables. A algunos les sorprendieron sus primeras obras, que intentaban imitar el estilo Tarantino. Luego se puso al servicio de su esposa y parió algo llamado “Barridos por la marea” que quizá fue el principio del fin de su relación con la ambición rubia.

Ahora nos intentan vender que este Sherlock Holmes es muy fiel al original y no sé cuántas zarandajas más. La realidad es que aquí se han olvidado de los libros en los que supuestamente se inspiran, con un protagonista más parecido a James Bond o a Jackie Chan que al mítico detective.

Robert Downey Jr. y Jude Law pululan por un invernal Londres del siglo XIX con un bronceado digno de las Bahamas y el bótox campa a sus anchas en sus caras y en las de las protagonistas femeninas. La historia es lo de menos, ya que el director da más peso a un sonido y música atronadores, con cadenas que al caer parecen terremotos, o a ese irritante ralentí y esteticismo en las escenas de acción que pretende sea marca de su personalidad como “autor”.

El resultado es un divertimento similar al que proporcionan las aventuras de 007, que pueden servir como distracción en momentos de aburrimiento, aunque mucho mejor volver a Conan Doyle. Aquí hay mucho exceso de egos y nula presencia de Sherlock Holmes.

viernes, 8 de enero de 2010

Donde viven los monstruos


Spike Jonze es el prototipo del director cool. Perteneciente a la alta intelectualidad neoyorkina, fue pareja nada menos que de Sophia Coppola (otra mega cool) y hace cuchipandi con otros supuestos genios como Michel Goldry o Charlie Kaufman. Todas sus películas (las suyas y las de la cuchipandi) han sido saludadas por los más “puestos” como grandes y rupturistas obras maestras aunque en general aburren al resto de la humanidad.

Es cierto que Cómo ser John Malkovich en su primera mitad sorprendía e incluso provocaba cierta fascinación. Pero luego llegó Adaptación (El ladrón de orquídeas) y los bostezos en la salas desencajaron mandíbulas.

Ahora apuesta por un cine teóricamente infantil pero sólo atrae a su parroquia intelectual (?) de siempre, que abarrota las mini salas de la Plaza de los Cubos. La adaptación del libro ilustrado de Maurice Sendak es una lisérgica locura, protagonizada por un niño desquiciado de esos que no quieres que te toque al lado en un avión y por unos monstruos que son unas versiones grotescas de Espinete y Don Pimpón.

Supuesto alegato de la rebeldía infantil (aunque su final parezca sugerir precisamente lo contrario) y parábola sobre las dificultades de ejercer el liderazgo, el resultado es una desconcertante sucesión de escenas que dejan estupefacto (ese paseo por el desierto en una isla tropical en el que aparece un perro gigante) que nos sugiere que o bien esta película ha sido parida en una noche de excesos drogadictos o que estamos ante la mayor tomadura de pelo del año.

miércoles, 6 de enero de 2010

Bienvenidos a Zombieland


Con una presentación a lo grande en Cancún se dio a conocer al mundo la última película sobre zombies (y este año van…) , aunque en este caso sea una comedia. Algunos periodistas viajaron gratis a un todo incluido cortesía de Sony, por lo que no nos extraña la cantidad de publicidad gratuita y los comentarios tan favorables que hemos visto/oído.

Los que no viajamos a Cancún gracias a Sony vemos en esta Tierra de Zombies una película de serie z sin gracia, con un guión defectuoso al que le falta ritmo e interés. Una cagada de un principiante llamado Ruben Fleischer que sin embargo ya prepara una segunda parte tras el éxito de la primera.

Lo más increíble es que hay gente que se parte de risa en el cine viendo las chorradas de Woody Harrelson, Abigail Breslin (ex Pequeña Miss Sunshine decidida a convertirse en estrella trash) y compañía; su inenarrable visita a la mansión de Bill Murray; o ese final en el parque de atracciones en el que ni la acción ni los gags funcionan, ni interesan, ni tienen ningún suspense o gracia.

Reivindicación del orgullo de ser idiota, apología de la comida basura (la búsqueda del personaje de Harrelson, su máxima felicidad en el fin del mundo sería comerse uno de esos pastelillos industriales repletos de grasas saturadas) y finalmente subproducto para públicos con nulo nivel de exigencia, Bienvenidos a Zombieland sería el reverso de la genial Zobies Party, que pintaba una socieddad tan idiotizada que era difícil distinguir a los vivos de los muertos vivientes. Un mundo que ya está aquí, que es tan imbécil como para que triunfen películas como esta.