martes, 23 de febrero de 2010

La Carretera


Cormac McCarthy consiguió con esta novela una rara unanimidad. Sus historias fronterizas tienen una prosa espectacular y una impagable galería de personajes pero pueden llegar a resultar agotadoras por los excesos que acumulan. En cambio, La Carretera se convierte rápidamente en uno de los libros favoritos de casi todos los que la leen. Breve, espeluznante y con aparente economía de recursos, consigue estremecer. Con una narración seca nos deja literalmente congelados. Frases escuetas, que no necesitan exceso de adjetivos ni de palabras pero que lo dicen todo.

Su adaptación al cine ha tenido una desarrollo tortuoso: Un rodaje que se adivina muy difícil, un resultado en el que los productores no parecían confiar cuando colaron en el tráiler imágenes de catástrofes naturales más propias de una película tipo 2012, los enfrentamientos entre el director y el protagonista, la ausencia de premios y candidaturas para una película que aspiraba a muchos Oscars…

La verdad es que con el material de partida con el que contaban y con tanto talento en el equipo artístico, era difícil hacer una mala película. Y La Carretera no lo es. Pero si la novela es absolutamente rupturista, revolucionaria en la forma y el fondo, el director John Hillcoat ha optado por la mera ilustración. Ni siquiera ha tenido que recortar nada dada la brevedad del texto.

Las mejores adaptaciones aprovechan otros lenguajes para aportar algo al original. Aquí se podían haber añadido personajes, se podía haber cambiado el final. Pero no, se ha optado por una fidelidad algo irritante. La historia es estremecedora, así que impactará a quiénes no la conozcan. Mientras, los fans de MacCarthy recomendaremos el libro y constataremos que Hillcoat es un gris artesano. Y que sólo el trabajo de los actores (en especial Mortensen, que parece no haberse lavado en años para meterse en el papel) y la excelente fotografía hacen olvidar en parte la decepción de los que esperábamos mucho más.

lunes, 22 de febrero de 2010

Shutter Island


El retraso del estreno de la que era una de las favoritas para los Oscars de este año a una fecha en la que ya no podía competir nos anticipaba la desconfianza de los productores en el resultado final de lo último de Scorsese. Y, dando un giro a las intenciones iniciales, la han intentado vender como una película de suspense y/o acción antes que como una oscarizable gran obra.

Efectivamente, Shutter Island está muy lejos de lo mejor de su autor, pero tampoco da el pego como película comercial. En un desafortunado intento por regresar a las intrigas psicoanalíticas de los años 40 (Scorsese niega que esas sean sus fuentes, pero la estructura y el resultado desmienten su afirmación), se mezclan influencias tan dispares como Hitchcock y David Lynch reinterpretadas por la fuerte personalidad del director neoyorkino.

Si en El cabo del miedo consiguió una obra maestra llevando a su terreno una historia ajena y un género que nunca había tratado reconvirtiéndolo en una inquietante parábola religiosa sobre el bien y el mal, en Shutter Island la debilidad del material de partida (la novela de Dennis Lehane) arrastra a los abismos al indigesto cruce de referencias que ha perdido a Scorsese en la sala de montaje, ya que da la sensación de que finalmente no sabía qué contar exactamente ni qué tono dar a la película (que bascula entre la pesadilla, la intriga inexplicable y la explicación racional final)

Como suele pasar en estos casos, la peor película de un genio está muy por encima de las mejores de la mayoría, pero aquí uno de mis directores favoritos ha dejado el listón muy bajo, pese a la potencia visual de algunos momentos y a los esfuerzos de DiCaprio por resultar convincente.

lunes, 8 de febrero de 2010

En el Aire


Jason Reitman venía de dirigir la estupenda Juno. Se esperaba bastante de su siguiente película. Y nos llega En el aire, que comienza con unos interesantes títulos de crédito que prometen mucho. El comienzo de la historia engancha. Es una narración fácil de seguir, con diálogos que se creen a sí mismos muy inteligentes y merecedores del Oscar.

Hacia la mitad del metraje, nos damos cuenta de que los personajes son repugnantes. George Clooney es un profesional muy pagado de sí mismo que se dedica a despedir a la gente y cuya única meta en la vida es acumular puntos de la equivalente americana a la Iberia Plus. Vera Farmiga va de súper woman pero entre líneas intuimos que detrás de su bótox facial y su sonrisa falsa se esconde una ejecutiva cabrona. Y Ana Kendrick es una insoportable niñata que cada vez que abre la boca dan ganas de suicidarse.

Y al final reflexionamos. ¿Realmente nos importa la vida de esta gente tan repulsiva, que tienen un alto concepto de sí misma, pero que esconde el vacío absoluto? ¿Debemos pagar una entrada para ver durante hora y media un largo spot comercial de American Airlines, Hoteles Hilton y Hertz?

Que no se pierdan En el Aire los fans de George Clooney porque aquí van a encontrar todo su catálogo de irritantes sonrisitas, muecas y tics. También los interesados en conocer a dos de las rivales de Penélope Cruz en los Oscars. Y por supuesto, todos los aspirantes a pertenecer a la jet set y a llevar una vida tan apasionante como la del protagonista, conseguir tarjetas y disfrutar de los Hoteles Hilton. Aunque ojo, la moraleja final es que esto no da la felicidad y que es mejor casarse… Eso ya lo habíamos visto en Pretty Woman.

sábado, 6 de febrero de 2010

Nueve (Nine)


Más de dos años llevamos oyendo hablar de Nueve (otro título que se mantiene en inglés pese a su traducción directa), con una maquinaria de publicidad muy potente. El cebo era su reparto, que supuestamente reúne a parte de las mejores actrices de ayer y de hoy, y su director, el mismo de Chicago (que ganó el Oscar a la Mejor Película)

La base es Fellini Ocho y Medio, aplaudida paja mental del genio italiano que hablaba de sí mismo con bastante autoindulgencia con la excusa de una supuesta crisis creativa. Algunos de los muchos defectos de Nueve proceden directamente de Fellini, no nos engañemos, pero aquí corregidos y aumentados. Así, la historia se centra en una fantasía sexual masculina: El protagonista (dibujado como un gran genio aplaudido y admirado) está enamorado de su paciente, inteligente y comprensiva mujer que le perdona casi todo (una perfecta católica, como lo fue la esposa de Fellini, Giulietta Massina) pero él le es constantemente infiel con varias velinas que le tientan constantemente y que suspiran por sus huesos bailando en bragas agarradas a símbolos fálicos.

Catálogo de lencería con escenografía de burdel, resultan lamentables los retratos femeninos expuestos, esquemáticos y machistas. A tanto despropósito se suma un pésimo montaje que ni siquiera nos deja disfrutar en condiciones de alguna buena coreografía y de algún número musical afortunado (especialmente el magnífico Cinema Italiano de Kate Hudson).

En definitiva, un desastre para olvidar, sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de dinero que ha costado y los talentos desperdiciados. Las actrices cumplen en general con nota, excepto las momias Kidman y Loren, pero es una pena que estén tan desaprovechadas. Y qué decir de Daniel Day Lewis, capaz de lo mejor y lo peor, y aquí absolutamente sobreactuado y con cara estreñimiento.

martes, 2 de febrero de 2010

Ava y Jean




La casualidad ha unido a dos mitos del cine que, aparentemente, tuvieron muy poco que ver en la gestión de sus carreras y de sus vidas.

Por un lado, se ha han cumplido 20 años de la muerte de Ava Gardner, uno de los iconos del siglo XX, acostumbrada a interpretar a mujeres turbulentas y con una vida en la que hubo de todo: Desde matrimonios tumultuosos y hasta violentos (Mickey Rooney, Frank Sinatra) hasta un paso por España que aún muchos recuerdan, con noches llenas de excesos y alcohol

Por el otro, hace sólo unos días nos dejó Jean Simmons. Su rostro angelical la encasilló en papeles más dulces, aunque clavó algunas malas impactantes. Con una vida más convencional, la ausencia de papeles a finales de los 60 la arrastraron a una profunda depresión.

Lamentablemente, el cine las ignoró en los últimos años de sus vidas, como a todas las grandes, y sólo algunos papeles en televisión (Simmons en Norte y Sur y El Pájaro Espino; Gardner en Anno Domini) nos recordaron que serán inmortales al menos en nuestra memoria y siempre que podamos recuperar alguna de estas doce películas inolvidables:

AVA GARDNER

Forajidos (The Killers, Robert Siodmark) 1946
Tomando como punto de partida un relato corto de Hemingway, la película intentaba reconstruir el pasado de ese misterioso personaje (Burt Lancaster) asesinado de forma brutal en uno de los comienzos más impactantes de la historia del cine. En su desgracia tenía un papel fundamental una mujer “que no podía evitar ser así”. No era otra que una Garder en su primera (y absolutamente deslumbrante) aparición destacada en la gran pantalla. El cine negro luciendo como nunca en una cima inigualada del género.

Magnolia (Show Boat, George Sidney) 1951
También cantaba bien. Aunque en la primera versión estrenada las canciones fueron dobladas, posteriormente se recuperó la banda sonora original para disfrutar de los gorgoritos de Ava, que como la atormentada Julie La Verne era lo más destacado de este remake de la sensacional película de James Whale que, con una sublime Irene Dunne, era imposible mejorar.

Pandora y el holandés errante (Pandora and the Flying Dutchman, Albert Lewin) 1951
Rodada en parte en la costa catalana, esta rareza absoluta procede de un director con mucho talento que lamentablemente pudo demostrar en pocas películas (recordemos la sensacional El retrato de Dorian Gray). La protagonista es Pandora Reynolds, y con ese nombre sólo podemos esperar fatalidad para los hombres que se cruzan en su camino. Entre ellos James Mason y, nada menos, el torero Mario Cabré. Como seguro que no la ponen en la tele, hay que recuperarla ya en DVD.

Mogambo (John Ford) 1953
Única candidatura al Oscar para Ava en este sensacional relato de aventuras y pasiones turbulentas muy conocido por el rocambolesco doblaje que forzó la censura española y que manipulaba de forma insólita el argumento. Anécdotas aparte, con Ford tras la cámara y Grace Kelly, Clark Gable y Ava Gardner (impresionante a todo color y haciendo gala de una ironía que pocas veces pudo utilizar dado lo plano de los papeles que le ofrecían los estudios), Mogambo es un clásico indiscutible.

La condesa descalza (The Barefoot Contessa, Joseph L. Mankiewicz) 1954
La peripecia de la bailaora María Vargas desde un tablao en un improbable Madrid al estrellato mundial y sus sucesivas desventuras amorosas, le iban como anillo al dedo a la racial Ava. Un argumento que sobre el papel suena a folletín, en manos de Mankiewicz se convierte en un sublime melodrama en rabioso color que reflexiona sobre la soledad en la cumbre y las miserias de la fama. Y, además, Humphrey Bogart de coprotagonista. Un lujo.

La noche de la Iguana (The Night of the Iguana, John Huston) 1964
En una madurez que asomaba en un rostro que no ocultaba los excesos de su vida, aquí Ava era una mujer libre que escandalizaba en un México exótico y casi extraterrestre, reflejado por un Huston que utilizaba la deslumbrante fotografía en blanco y negro para abstraerse del drama turístico y convertir la historia en una impactante experiencia visual y emocional.


JEAN SIMMONS

Narciso Negro (Black Narcissus, Michael Powell y Emeric Pressburger) 1947
Recién salida de la adaptación de Dickens en Cadenas Rotas y a punto de conseguir su consagración en Hamlet, no se puede omitir en su carrera esta espectacular marcianada, insólita en la historia del cine, sobre la vida de un convento católico en la India. La fotografía de Jack Cardiff, nunca igualada, nos asomaba a la bondad y a la locura que anidaban entre esas inolvidables monjas (Deborah Kerr, Flora Robson…) literalmente al borde del abismo entre las que se colaba una salvaje y misteriosa Simmons.

Cara de Ángel (Angel Face, Otto Preminger) 1952
Sorprendente thriller en el que un Preminger en estado de gracia (¿alguna vez no lo estaba?) nos introducía en el seno de una turbulenta familia de la mano del enfermero Robert Mitchum. Aquí Jean Simmons era misteriosa y sospechosa, pero todas las dudas se aclaraban en un impactante final. Quién lo vea, no lo olvidará jamás.

Ellos y Ellas (Guys and Dolls, Joseph L. Mankiewicz) 1955
Flor extraña en la filmografía de su director y de sus actores principales (entre los que también estaban Marlon Brando y Frank Sinatra), la cinta ha ido ganando con los años hasta ser considerada un clásico indiscutible del musical. Las escenas de baile entre Brando y Simmons, excepcionales

El fuego y la palabra (Elmer Gantry, Richard Brooks) 1960
El fanatismo religioso reflejado como pocas veces o tal vez como ninguna. La vida del ambicioso y turbio predicador Elmer Gantry (Burt Lancaster) da un giro radical al conocer a Sharon Falconer (Simmons) tal vez la horma de su zapato o tal vez su complemento perfecto. Denuncia sobre la manipulación y sobre la facilidad con la que los rebaños humanos pueden ser manejados por líderes sin escrúpulos, se trata de una obra cumbre que habría que revisar muy detenidamente en los tiempos que corren.

Espartaco (Spartacus, Stanley Kubrick) 1960
El peplum de Stanley Kubrick, como no podía ser de otra manera, tiene poco de convencional. Pese al tormentoso rodaje, está situado desde su estreno como uno de los títulos clave de su filmografía. Con un esplendor visual marca de su autor, en el excepcional reparto destaca Simmons como Lavinia, el gran amor del protagonista. Y cómo olvidar esa escena final en la cruz “Es tu hijo Espartaco, él es libre”. Y de fondo la música de Alex North. Impresionante.

Con los ojos cerrados (The happy ending, Richard Brooks) 1969
Con una carrera prematuramente acabada, tuvo que ser su marido, uno de los más grandes directores de la historia del cine, el que le ofreciese un papel que la apartase del ostracismo. Con los ojos cerrados es una excepcional disección sobre el matrimonio en la que la mirada y la voz de Simmons brillaban como nunca. Consiguió su segunda candidatura al Oscar pero después llegó el olvido y sólo algunos papeles secundarios en
televisión (ganó un Emmy por El Pájaro Espino), muchas veces indignos de su talento, pero que al menos la recuperaron para los que la echábamos de menos.