viernes, 24 de septiembre de 2010

Lope

Financiada por Intereconomía (esa cadena de TV en la que se despelleja cada dos por tres al cine español) y Antena 3, se estrena Lope, una película sobre el gran escritor castellano interpretado por una actor argentino, dirigida por un brasileño, y situada en un insólito Madrid del S. XVI que recuerda constantemente a Marruecos, porque se ha rodado allí con nulo cuidado en las localizaciones y con extras sacados directamente de la medina haciendo de improbables ciudadanos de la capital del imperio de la época.
Sin sentido del ridículo, Andrucha Waddington pretende hacer un Shakespeare enamorado en el siglo de oro, pero el resultado es tan cutre que hace añorar algunos subproductos de Cifesa: Falta de medios, evidentes errores de reparto (Selton Mello que interpreta al portugués Marqués de Navas tiene un acento inglés que parece salido de Vaughan TV) y una pésima dirección de actores (Watling y López de Ayala probablemente nunca han estado peor, Alberto Amman se esfuerza tanto en anular el acento argentino que se olvida de interpretar)
Si la capa y espada española va a consistir en llevar argumentos de Física y Química al Siglo XVI, conmigo que no cuenten. Y además ahora quieren mandarla a los Oscar… Vaya ridículo, la única posibilidad que tiene es que voten por ella pensando que es algún subproducto exótico de Burkina Fasso.

martes, 14 de septiembre de 2010

Depredadores (Predators)

Depredador, la película de John McTiernan es uno de esos recuerdos imborrables de los 80. No era gran cosa, sobre todo si la comparamos con hitos de la época (Alien, Terminator), pero la nostalgia nos puede y parece mejor ahora de lo que fue entonces.

La saga se prostituyó después con una infumable secuela y con un enfrentamiento frente a un Alien en una pirámide.

Ahora Nimrod Antal sitúa a los extraterrestres invencibles en una ¿isla? que recuerda a Perdidos y en la que aterrizan gentes diversas que aparentemente no se conocen de nada y que han de luchar para sobrevivir en tierra hostil. Con referencias directas a El malvado Zaroff, la tesis de Antal es que tan depredadores son los cazadores como los cazados, representativos de lo peor de la especie humana.

Con estos ingredientes al menos la diversión debería estar asegurada teniendo en cuenta los medios técnicos que se manejan. Pero la película se desinfla en la segunda mitad en la que es difícil evitar los bostezos. Todo ya muy visto, incluido ese final “sorpresa”. Y el tirillas Adrien Brody no era el más apropiado para relevar a Schwarzenegger...

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Estrella Brillante (Bright Star)

Con El Piano, Jane Campion no sólo consiguió un puñado de Oscars, la Palma de Oro en Cannes y el reconocimiento de medio mundo (el otro medio odió las piruetas de la ahora enamorada de un vampiro Anna Paquin y la música de Michael Nyman). Consiguió además transportarnos a muchos a aquel recóndito paraje junto a una excepcional Holly Hunter y que nos sintiésemos parte de aquella desgraciada historia.

Lo que vino después defraudó todas las expectativas (especialmente el horror de En carne viva, con una Meg Ryan en pleno postoperatorio de su terrorífica reforma facial).


Ahora Campion vuelve al cine de otra época para contarnos la desgraciada vida y amores del poeta John Keats. De nuevo nos engancha aunque no le podemos perdonar tres errores garrafales:

  • La sobrecarga de cursilería, contenida a veces, pero que estalla en unos títulos de crédito finales realmente insoportables por esa música de fondo que acompaña al poema que cierra la película.
  • El guión se pone al servicio de la puesta en escena, con relamidos planos, excesos artísticos y metafóricos que saturan (las cortinas volando y haciendo penetrar el aire bajo el camisón de la protagonista)
  • No sabemos nada de los secundarios, que tanto juego dan siempre. Son como floreros o manteles, parte de la decoración.

Una lástima, porque el poderío narrativo de la directora es evidente, pero esta vez ni nos emociona ni nos deslumbra, y nos decepciona por el brillo que adivinamos, pero que nunca se muestra en todo su esplendor.