domingo, 22 de mayo de 2011

Sin Identidad

Jaume Collet-Serra ha sido el primer director español en conseguir el número 1 en la taquilla americana, aunque en sus películas haya poco de español y mucho de director que conoce las reglas del juego del mercado. En Sin Identidad retoma el argumento de un tipo de cine que muchos añoramos: Cortina Rasgada, Con la muerte en los talones o El Premio. Personas atrapadas en sofisticadas redes conspirativas en amenazantes países extranjeros.

Y este punto de partida, las referencias que maneja y un impecable acabado técnico son sin duda lo mejor de la película. Con un comienzo deslumbrante, siembra demasiadas promesas que el guión no sabe resolver. La segunda parte se acerca a la frustración que nos produjo el Frenético de Polanski, cuyo inquietante planteamiento acababa convertido en un convencional producto de acción.Entre los aciertos, elegir la maravillosa Berlín como telón de fondo. Y entre las decepciones, un Liam Neeson demasiado ajado para ser héroe de acción y una January Jones cuyo hieratismo es apropiado para su papel de Mad Men pero que aquí es una inexpresiva esfinge que inquieta poco o nada.

sábado, 14 de mayo de 2011

El Sicario de Dios

Otra vez los vampiros. La pasión por ellos sólo es igualada por la que despiertan los superhéroes de la Marvel. Ahora, entre True Blood y la saga Crepúsculo tenemos chupasangres para rato. Y nos faltaba El sicario de Dios, que parece querer iniciar otra saga con un final más que abierto que sugiere una segunda parte inmediata.

El argumento suena a ya visto u oído. En un mundo de oscuridad los vampiros han perdido una guerra y se han retirado a lejanas madrigueras. Gobierna un extraño clero, fanático y violento, que puede recordar a la Edad Media. Una chica es secuestrada y su hermano inicia una peligrosa búsqueda.

Como vemos, las cruzadas y Centauros del desierto se encuentran en una historia sin demasiadas pretensiones y que, quizá por eso, entretiene más que otras. Un buen reparto, un ritmo en su punto justo (dura hora y media y no le sobra ni le falta ni un minuto), unos bichos conseguidos, exceso de ordenador (hasta los actores parecen generados por algún software), y un clímax final con tren y mamporros ideal para una tarde palomitera.

lunes, 9 de mayo de 2011

Tokio Blues

Haruki Murakami es un escritor de culto, superventas y fan de Isabel Coixet (y ella fan de él). Todo esto es imprescindible que lo sepa quien quiera aproximarse a su universo. Si odias a Coixet probablemente no deberías leerle. Tampoco es apropiado en estados de fuerte depresión, ya que tal vez te empuje al suicidio.

Sus libros enganchan, están bien escritos y se parecen unos a otros en sus personajes solitarios que se conocen en circunstancias difíciles y entablan conversaciones casi de confesionario. El tiempo dirá si su obra perdura o si simplemente ha sabido dar en el clavo de las preocupaciones de una generación determinada.

Ahora llega la primera adaptación al cine y curiosamente no la ha realizado un japonés sino un vietnamita afincado en Francia (los gabachos han visto claro el business de sus millones de fans). Es Tran Anh Hung, cuyo Olor de la papaya verde nos descubrió en los 90 que el cine contemplativo no era patrimonio exclusivo de Irán.


La traslación de Norwegian Wood (el título lo cambió en España el editor por Tokio Blues) resuelve con la voz en off algunos pasajes, mientras opta por un fuerte lenguaje visual especialmente en la segunda parte. Las imágenes son muy hermosas, pero la morosidad en la narración (casi se tarda más en ver la película que en leer el libro) es un lastre casi insalvable para los no aficionados a la observación de naturalezas muertas.


Por lo demás, Murakami en estado puro: Mucho sexo y mucha depresión. Mejor llevarse el Prozac para tomarlo de postre.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Incendios

De Canadá llega uno de las películas más interesantes e impactantes que hemos visto en 2011. Derrotada en los Oscars (¡cuántas injusticias este año!) por En un mundo mejor, Incendios nos sumerge en los conflictos de Oriente Medio a partir de la investigación que realiza una mujer tras la muerte de su madre.

Lejos del discurso maniqueo o del docudrama de tesis, aquí nos encontramos con una historia absorbente, apasionante, casi detectivesca, que consigue que olvidemos lo rocambolesco de su desenlace gracias a un excelente in crescendo dramático y a un director que maneja con mano de hierro un rompecabezas lleno de trágicas paradojas y terribles casualidades.
Con un nivel técnico excepcional, Incendios nos recuerda que no es necesario aburrir ni adoctrinar para reflexionar sobre determinados conflictos, y se sitúa en la órbita de otras grandes películas como El Polvorín, Before the rain o En tierra de nadie, sólidos dramas, bien narrados y a la vez excepcionales testimonios de las guerras de los Balcanes o Palestina.