Tras rodar las tres partes de Spiderman y forrarse, Sam Raimi vuelve a dónde más nos gusta. A estas alturas y con permiso del hombre araña, sus mejores películas siguen siendo Posesión Infernal (toda una pasada del terror más gore rodada con tres duros), su continuación Terroríficamente Muertos, y la muy diferente Un plan sencillo, un gran estudio sobre la avaricia.
Ahora regresa al terror puro con esta gozada que es Arrástrame al infierno. Aunque no se atreve a volver a los extremos de sus inicios y los fans del género echamos de menos más casquería, Raimi relaciona la crisis hipotecaria con maldiciones y fenómenos paranormales para regalarnos casi dos horas de ironía desarmante (ese inicio con los trepas peleándose en la oficina bancaria por el puesto vacante) y de momentos realmente antológicos como la visita a la sucursal de la genial y repulsiva vieja interpretada por Lorna Raver y el suplicio que se inicia para el repelente personaje de Alison Lohman.
Ahora regresa al terror puro con esta gozada que es Arrástrame al infierno. Aunque no se atreve a volver a los extremos de sus inicios y los fans del género echamos de menos más casquería, Raimi relaciona la crisis hipotecaria con maldiciones y fenómenos paranormales para regalarnos casi dos horas de ironía desarmante (ese inicio con los trepas peleándose en la oficina bancaria por el puesto vacante) y de momentos realmente antológicos como la visita a la sucursal de la genial y repulsiva vieja interpretada por Lorna Raver y el suplicio que se inicia para el repelente personaje de Alison Lohman.
Pese a algún innecesario coqueteo con el romance juvenil más empalagoso tan de moda en la era Hannah Montana/Crepúsculo/Jonas Brothers, el contundente final de Arrástrame al infierno nos recuerda que Raimi es todo un referente del mejor terror de las últimas décadas. Lástima que ahora ruede, tentado por el vil metal, Spiderman 4.
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