El director Michael Mann comenzó su carrera en televisión y todos los que ya debemos cuidarnos tomando Minute Maid Antiox recordamos su Corrupción en Miami, que marcó un estilo inconfundible, con el primer marido de Melanie Griffith (en esa época ella ya le daba a la botella) recorriendo Florida con trajes imposibles que le hacían sudar la gota gorda a 40 grados a la sombra.
A Mann siempre le ha preocupado mucho la estética en sus películas, y lo peor de su carrera está cuando esa obsesión hace que se olvide de contar algo interesante (por ejemplo cuando adaptó la serie que le hizo famoso al cine). Son errores aislados en una filmografía en la que encontramos desde la primera aparición del Doctor Lecter (Manhunter), una biografía-hagiografía interesante sobre Muhammad Ali, su ataque frontal a la industria del tabaco que le valió varias candidaturas al Oscar (El Dilema-The Insider) y, sobre todo, dos de las mejores películas de acción de los últimos años: Heat y Colateral.
Enemigos públicos aborda la historia de John Dillinger, toda una estrella mediática que ya en vida fue consciente de su leyenda. La historia del atracador de bancos había sido llevadas varias veces a la gran pantalla, pero nunca como ahora. Las dos horas y media de metraje son un inabarcable ejercicio de virtuosismo con la cámara. Las escenas de acción están coreografiadas y medidas hasta en el último detalle para atrapar al espectador y dejarlo noqueado. Mann rueda como muy pocos directores pueden, mezclando el gran espectáculo con el retrato excepcional de personajes.
Por encima de la Gran Depresión y sus paralelismos con el momento actual, al director le interesan más otros temas. De nuevo aquí hay un enfrentamiento entre dos hombres antagónicos o quizá no tanto, (como Pacino y De Niro en Heat o Cruise y Foxx en Colateral). Johnny Depp es un Dillinger algo barroco y quizá con la piel demasiado tersa, pero clava al delincuente mítico, vanidoso y con aureola heroica. Christian Bale está memorable como Purvis, el policía que acaba obsesionado con su presa y atormentado por su conciencia. En medio, una historia de amor que con dos pinceladas emociona y desgarra, en parte gracias al buen trabajo de Marion Cotillard.
Con un final excepcional (especialmente esas escenas en el cine donde se proyecta El enemigo público número 1), Mann cierra la que es desde ya una de sus obras mayores, llamada a estar entre las mejores de este año y de otros muchos años.
A Mann siempre le ha preocupado mucho la estética en sus películas, y lo peor de su carrera está cuando esa obsesión hace que se olvide de contar algo interesante (por ejemplo cuando adaptó la serie que le hizo famoso al cine). Son errores aislados en una filmografía en la que encontramos desde la primera aparición del Doctor Lecter (Manhunter), una biografía-hagiografía interesante sobre Muhammad Ali, su ataque frontal a la industria del tabaco que le valió varias candidaturas al Oscar (El Dilema-The Insider) y, sobre todo, dos de las mejores películas de acción de los últimos años: Heat y Colateral.
Enemigos públicos aborda la historia de John Dillinger, toda una estrella mediática que ya en vida fue consciente de su leyenda. La historia del atracador de bancos había sido llevadas varias veces a la gran pantalla, pero nunca como ahora. Las dos horas y media de metraje son un inabarcable ejercicio de virtuosismo con la cámara. Las escenas de acción están coreografiadas y medidas hasta en el último detalle para atrapar al espectador y dejarlo noqueado. Mann rueda como muy pocos directores pueden, mezclando el gran espectáculo con el retrato excepcional de personajes.
Por encima de la Gran Depresión y sus paralelismos con el momento actual, al director le interesan más otros temas. De nuevo aquí hay un enfrentamiento entre dos hombres antagónicos o quizá no tanto, (como Pacino y De Niro en Heat o Cruise y Foxx en Colateral). Johnny Depp es un Dillinger algo barroco y quizá con la piel demasiado tersa, pero clava al delincuente mítico, vanidoso y con aureola heroica. Christian Bale está memorable como Purvis, el policía que acaba obsesionado con su presa y atormentado por su conciencia. En medio, una historia de amor que con dos pinceladas emociona y desgarra, en parte gracias al buen trabajo de Marion Cotillard.
Con un final excepcional (especialmente esas escenas en el cine donde se proyecta El enemigo público número 1), Mann cierra la que es desde ya una de sus obras mayores, llamada a estar entre las mejores de este año y de otros muchos años.
Es interesante tu blog. A mí también me gusta el cine, de hecho voy día sí y día no. Todas las películas de las que hablas las he visto.
ResponderEliminarGracias, al fin alguien hace algún comentario. He visitado tu Blog y es muy original...
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