Depredador, la película de John McTiernan es uno de esos recuerdos imborrables de los 80. No era gran cosa, sobre todo si la comparamos con hitos de la época (Alien, Terminator), pero la nostalgia nos puede y parece mejor ahora de lo que fue entonces.
La saga se prostituyó después con una infumable secuela y con un enfrentamiento frente a un Alien en una pirámide.
Ahora Nimrod Antal sitúa a los extraterrestres invencibles en una ¿isla? que recuerda a Perdidos y en la que aterrizan gentes diversas que aparentemente no se conocen de nada y que han de luchar para sobrevivir en tierra hostil. Con referencias directas a El malvado Zaroff, la tesis de Antal es que tan depredadores son los cazadores como los cazados, representativos de lo peor de la especie humana.
La saga se prostituyó después con una infumable secuela y con un enfrentamiento frente a un Alien en una pirámide.
Ahora Nimrod Antal sitúa a los extraterrestres invencibles en una ¿isla? que recuerda a Perdidos y en la que aterrizan gentes diversas que aparentemente no se conocen de nada y que han de luchar para sobrevivir en tierra hostil. Con referencias directas a El malvado Zaroff, la tesis de Antal es que tan depredadores son los cazadores como los cazados, representativos de lo peor de la especie humana.
Con estos ingredientes al menos la diversión debería estar asegurada teniendo en cuenta los medios técnicos que se manejan. Pero la película se desinfla en la segunda mitad en la que es difícil evitar los bostezos. Todo ya muy visto, incluido ese final “sorpresa”. Y el tirillas Adrien Brody no era el más apropiado para relevar a Schwarzenegger...
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