Hayao Miyazaki es un nombre mítico de la animación mundial. Aunque algunos nunca perdonaremos la pornografía sentimental de Heidi (http://www.youtube.com/watch?v=F9J3ZIiaSR8), sus logros posteriores son indiscutibles y también indiscutible es la adoración sin límite que le profesan la mayoría de los críticos.
En este caso nos enfrentamos a una paradoja, aún más heavy que la que generan las películas de Pixar. Miyazaki hace sus películas para los niños, pero en España se estrenan en la Plaza de los Cubos y sólo van a verlas treintañeros culturetas. Sus argumentos no son en absoluto adultos, se trata de historias ingenuas, tiernas… Pero ganan premios en los festivales de Berlín y Venecia codeándose en el palmarés con Lars Von Trier o Chan-wook Park.
Mi vecino Totoro (1988, aunque se estrene aquí 20 años después) es la película que le proporcionó su primer gran éxito artístico y que fue todo un bombazo en Japón (allí, sí, también entre los más pequeños). Con una historia desarmantemente ingenua y unos personajes inolvidables (desde Totoro al Gatobús), Miyazaki consigue emocionar. Posteriormente sus argumentos se han retorcido y sofisticado hasta hacerse algo incomprensibles para los occidentales que vemos la cultura japonesa como de otro planeta (La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro), pero nadie discute que Miyazaki es un genio… Nadie, excepto los niños españoles que prefieren descargarse Crepúsculo por e-mule.
En este caso nos enfrentamos a una paradoja, aún más heavy que la que generan las películas de Pixar. Miyazaki hace sus películas para los niños, pero en España se estrenan en la Plaza de los Cubos y sólo van a verlas treintañeros culturetas. Sus argumentos no son en absoluto adultos, se trata de historias ingenuas, tiernas… Pero ganan premios en los festivales de Berlín y Venecia codeándose en el palmarés con Lars Von Trier o Chan-wook Park.
Mi vecino Totoro (1988, aunque se estrene aquí 20 años después) es la película que le proporcionó su primer gran éxito artístico y que fue todo un bombazo en Japón (allí, sí, también entre los más pequeños). Con una historia desarmantemente ingenua y unos personajes inolvidables (desde Totoro al Gatobús), Miyazaki consigue emocionar. Posteriormente sus argumentos se han retorcido y sofisticado hasta hacerse algo incomprensibles para los occidentales que vemos la cultura japonesa como de otro planeta (La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro), pero nadie discute que Miyazaki es un genio… Nadie, excepto los niños españoles que prefieren descargarse Crepúsculo por e-mule.
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