Con Pan Negro intenta dar una visión diferente de la postguerra, de los buenos y los malos, los vencedores y los vencidos y la putrefacción moral que genera en una sociedad (en este caso un pueblo de la Cataluña profunda) una guerra civil.
Lo mejor está en ese tono morboso que tanto le gusta al director y que impregna toda la película, aunque la historia exigía mucho más y da la sensación de que de ha quedado a medias para no ser del todo políticamente incorrecto. Por supuesto los curas y los guardias civiles son grotescos, al igual que la señora rica del pueblo o el brutal alcalde franquista Sergi López. Tanto estereotipo arruina las intenciones transgresoras, como también un reparto muy desequilibrado y un doblaje al castellano realmente criminal.
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