Ya es tradición que en España se escriba que la última película de Woody Allen es muy buena frente a la mediocridad de su reciente filmografía. El problema es que eso también se dijo de la anterior. ¿Tal vez porque Jaume Roures es productor de sus últimos títulos?
Con Allen vivimos el día de la marmota. No sólo porque sus películas se parecen mucho las unas a las otras sino porque siempre leemos las mismas críticas y porque se repiten los llenos absolutos en la Plaza de los Cubos (los gafapastas son incondicionales). ¿Hay para tanto?
El problema de Woody está en su repetición temática, en su continuo mirarse el ombligo. En su día esto fue novedoso y fresco pero, 40 años después, aburre. En Medianoche en París su protagonista es un Owen Wilson (por cierto ¿qué le pasa en la nariz?) que imita al director y que interpreta a un guionista brillante, inseguro, que vive a todo trapo, tiene novia rica, se mueve en París en Mercedes, vive en un hotel de cinco estrellas y lleva en el bolsillo muchos billetes de 100€. En un momento dado, retrocede a los años 20 pero no para visitar chabolas ni los arrabales y miseria de la capital francesa, sino para codearse en fiestas de lujo con Scott Fitzgerald y Picasso.
Entretanto, varios diálogos ingeniosos, alguna idea interesante, un reparto de relumbrón, Carla Bruni poniendo caritas y muchas postales bonitas de París (el comienzo es un sonrojante spot turístico). ¿Hay para tanto?. Definitivamente no, pero vista la cartelera, tomada por piratas cutres y superhéroes hormonados, es de lo poco potable para ver ahora mismo.
Me gustan mucho en general las películas de Woody Allen. Como la ciudad Parisina me fascina, por eso decidí ir a ver la película. Como tenia excelentes recuerdos de las atracciones y de los hoteles en parís me fui al cine a ver la película
ResponderEliminar