El cine independiente americano tiende cada vez más a hacer películas clónicas. Si se acusa a Hollywood de la repetición de fórmulas para lograr blockbusters, sus primos hermanos los “indies” (recordemos que la mayoría de los supuestos independientes están casi siempre producidos por divisiones ad-hoc de las majors) hacen más o menos lo mismo. Las variaciones sobre diferentes dramas y comedias de una familia disfuncional se repiten hasta la extenuación desde Pequeña Miss Sunshine a Junebug pasando por Juno.
Por eso se agradece cuando alguien se aparta relativamente del camino más trillado. Aunque Río Helado repite el esquema familiar (y disfuncional) y se centra en otro tema de lo más querido (la inmigración), su retrato nada amable de la protagonista y su hijo o de esa mujer india que conoce casi por casualidad son bastante más complejos de lo habitual.
Y cómo no, la interpretación de Melissa Leo (Concha de Plata en San Sebastián y candidata al Oscar) es fundamental como sostén de la historia. Los primeros planos inmisericordes con una cara muy curtida por la (mala) vida, muestran a una mujer dura, contradictoria y con la que no nos identificamos pero a la que comprendemos perfectamente.
En resumen, un retrato muy recomendable de la cara más triste de América, la de los perdedores, la del frío helador, la de las desconocidas reservas indias, la de los inmigrantes que no llegan del sur sino de la frontera norte.
Por eso se agradece cuando alguien se aparta relativamente del camino más trillado. Aunque Río Helado repite el esquema familiar (y disfuncional) y se centra en otro tema de lo más querido (la inmigración), su retrato nada amable de la protagonista y su hijo o de esa mujer india que conoce casi por casualidad son bastante más complejos de lo habitual.
Y cómo no, la interpretación de Melissa Leo (Concha de Plata en San Sebastián y candidata al Oscar) es fundamental como sostén de la historia. Los primeros planos inmisericordes con una cara muy curtida por la (mala) vida, muestran a una mujer dura, contradictoria y con la que no nos identificamos pero a la que comprendemos perfectamente.
En resumen, un retrato muy recomendable de la cara más triste de América, la de los perdedores, la del frío helador, la de las desconocidas reservas indias, la de los inmigrantes que no llegan del sur sino de la frontera norte.
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