La Guerra de Irak ha generado un buen puñado de películas de desigual calidad pero algunas para recordar (Redacted, o Jarhead). Ahora Kathryn Bigelow retoma el tema, una directora que según un actor es “una top model fuera del set y una sargento dentro de él”
Bigelow estuvo casada meses con James Cameron y se nota que ambos adoran todo lo militar. Tal vez se ponían el uniforme para echar un polvo, o puede que su fetichismo se limite exclusivamente a las películas que hacen. Cameron supera ampliamente en curriculum a su ex, pero en los próximos Oscars se puede dar la vuelta a la tortilla.
Porque una directora hasta ahora más bien mediocre, con películas que desperdiciaban excelentes puntos de partida (por ejemplo, Días extraños o Le llaman Bodhi), ha logrado una de las visiones más marcianas y abstractas que sobre la guerra se han visto en el cine, irritando por igual a los que le exigían una condena firme del conflicto como a los defensores de la invasión.
La historia de William James (sensacional Jeremy Renner, que debería ganar el Oscar aunque por desgracia tiene pocas posibilidades teniendo enfrente a momios como Bridges, Clooney o Freeman) es un adicto al riesgo que llega a Bagdad dispuesto a desactivar bombas y que se encontrará con un auténtico infierno en la tierra.
Angustiosa (esa espectacular escena en el desierto, en la que la amenaza no es más que un punto en el horizonte resulta aterradora), con un dominio de la narración y del ritmo deslumbrantes, Bigelow nos muestra una pesadilla muy real magistralmente dirigida y que deja en nada la pirotecnia de Avatar a la que el próximo domingo, esperemos, dará un baño de humildad que se recordará mucho tiempo.¿O no?
Bigelow estuvo casada meses con James Cameron y se nota que ambos adoran todo lo militar. Tal vez se ponían el uniforme para echar un polvo, o puede que su fetichismo se limite exclusivamente a las películas que hacen. Cameron supera ampliamente en curriculum a su ex, pero en los próximos Oscars se puede dar la vuelta a la tortilla.
Porque una directora hasta ahora más bien mediocre, con películas que desperdiciaban excelentes puntos de partida (por ejemplo, Días extraños o Le llaman Bodhi), ha logrado una de las visiones más marcianas y abstractas que sobre la guerra se han visto en el cine, irritando por igual a los que le exigían una condena firme del conflicto como a los defensores de la invasión.
La historia de William James (sensacional Jeremy Renner, que debería ganar el Oscar aunque por desgracia tiene pocas posibilidades teniendo enfrente a momios como Bridges, Clooney o Freeman) es un adicto al riesgo que llega a Bagdad dispuesto a desactivar bombas y que se encontrará con un auténtico infierno en la tierra.
Angustiosa (esa espectacular escena en el desierto, en la que la amenaza no es más que un punto en el horizonte resulta aterradora), con un dominio de la narración y del ritmo deslumbrantes, Bigelow nos muestra una pesadilla muy real magistralmente dirigida y que deja en nada la pirotecnia de Avatar a la que el próximo domingo, esperemos, dará un baño de humildad que se recordará mucho tiempo.¿O no?
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