En los años 60, una estudiante inteligente y encantadora (Carey Mulligan) ve cómo sus planes de ir a Oxford y hacer lo que todos esperan de ella puede no ser lo que más le apetezca, sobre todo al conocer a un vividor que le pone en la mano todo lo que gustaría hacer en el futuro, todo lo que pensaba obtener con la universidad y con mucho esfuerzo.
Con este punto de partida, Lone Scherfig, que fue directora del movimiento dogma y que ahora se decanta por una realización de un clasicismo que agradecemos, toma como referencia el tono de una serie excepcional, Mad Men, para retratar la misma época y alguno de los mismos problemas (el papel de la mujer que se rebela contra su rol tradicional)
Con elegancia, con unos diálogos que sugieren mucho más de lo dicen, con un guión brillante, Una Educación lleva el sello de Nick Hornby, que adapta de manera excepcional las memorias de la periodista Lynn Barber demostrando que es uno de los mejores escritores en la actualidad, algo que ya nos quedó claro en dos películas que se basaban en textos suyos: Alta Fidelidad y Un Niño Grande.
Al fin una película que nos devuelve lo mejor del cine. Una historia sencilla pero muy bien contada y unos actores en estado de gracia que nos trasladan a un Londres sesentero para disfrutar y mucho durante dos horas. Lástima que al final pierda algo de su fuerza al optar por un desenlace políticamente correcto, cuando en gran parte de su metraje plantea preguntas incómodas sobre la necesidad y los objetivos de la educación y las diferentes vías para obtenerlos.
Con este punto de partida, Lone Scherfig, que fue directora del movimiento dogma y que ahora se decanta por una realización de un clasicismo que agradecemos, toma como referencia el tono de una serie excepcional, Mad Men, para retratar la misma época y alguno de los mismos problemas (el papel de la mujer que se rebela contra su rol tradicional)
Con elegancia, con unos diálogos que sugieren mucho más de lo dicen, con un guión brillante, Una Educación lleva el sello de Nick Hornby, que adapta de manera excepcional las memorias de la periodista Lynn Barber demostrando que es uno de los mejores escritores en la actualidad, algo que ya nos quedó claro en dos películas que se basaban en textos suyos: Alta Fidelidad y Un Niño Grande.
Al fin una película que nos devuelve lo mejor del cine. Una historia sencilla pero muy bien contada y unos actores en estado de gracia que nos trasladan a un Londres sesentero para disfrutar y mucho durante dos horas. Lástima que al final pierda algo de su fuerza al optar por un desenlace políticamente correcto, cuando en gran parte de su metraje plantea preguntas incómodas sobre la necesidad y los objetivos de la educación y las diferentes vías para obtenerlos.
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