viernes, 5 de marzo de 2010

Precious


Pocas películas ejemplifican tan bien el divorcio entre la crítica y el público como ésta. Mientras arrasaba en los premios otorgados por los espectadores de festivales de medio mundo (desde Sundance a San Sebastián), la crítica parecía mirarla por encima del hombro.

La verdad es que motivos hay. La historia de autosuperación de Precious Jones está producida por Oprah Winfrey, la reina de la telebasura americana, la Mercedes Milá yanki. En el reparto encontramos nada menos que a Mariah Carey sin afeitarse el bigote creyendo que por eso y por no maquillarse ya es una gran actriz. Y nos echamos a temblar al leer un argumento presidido por violaciones incestuosas, adicción a la comida y maltrato doméstico.

El director podría haber optado por un dramón salvaje como al parecer es la novela en la que se basa. También podría haberle dado un punto de humor negrísimo tipo Todd Solondz. Pero se ha decidido por algo más próximo a una película de sobremesa, dulcificando en parte el tremendo punto de partida, dejando respirar al espectador con las fantasías de la protagonista y con un final ¿feliz?

La opción es respetable pero nos deja algo fríos. Afortunadamente por allí hay dos actrices en estado de gracia, porque ésta es una película de actrices. Por un lado, Gabourey Sibide le da el punto justo a un personaje complicado. Y Mo’nique es una de las cabronas más grandes vistas en la pantalla, una madre maltratadora, egoísta y salvaje que nos petrifica en el asiento. Para ella es el Oscar. Y se lo merece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario