
Sólo en Las colinas tienen ojos se sacó cierto partido al remake. En el resto la fotocopia palidece ante el original y esto también sucede con Pesadilla en Elm Street. El impacto que causó la película de Wes Craven en el año 84 se queda ahora en nada. Escenas calcadas, prácticamente ninguna variación en la trama y nula capacidad de sorpresa. Hay actores nuevos todos con pinta de haber salido de La saga Crepúsculo, es decir caras blanquísimas y aspecto vampírico.

Tras 8 secuelas (la última hace apenas 7 años), Freddy Krueger estaba ya más que quemado, achicharrado. Lo único interesante es ver lo que hace con el personaje del asesino Jackie Earle Haley (que fue candidato al Oscar hace un par de años por interpretar a un pederasta). Es verdad que resulta inquietante en las escenas en las que se explica el origen de Freddy, pero estamos hablando de escasos minutos mientras en el resto nos da igual que sea él o Jorge Javier Vázquez el que hace del monstruo, ya que no se le ve un pijo detrás de kilos de maquillaje.
