sábado, 14 de mayo de 2011

El Sicario de Dios

Otra vez los vampiros. La pasión por ellos sólo es igualada por la que despiertan los superhéroes de la Marvel. Ahora, entre True Blood y la saga Crepúsculo tenemos chupasangres para rato. Y nos faltaba El sicario de Dios, que parece querer iniciar otra saga con un final más que abierto que sugiere una segunda parte inmediata.

El argumento suena a ya visto u oído. En un mundo de oscuridad los vampiros han perdido una guerra y se han retirado a lejanas madrigueras. Gobierna un extraño clero, fanático y violento, que puede recordar a la Edad Media. Una chica es secuestrada y su hermano inicia una peligrosa búsqueda.

Como vemos, las cruzadas y Centauros del desierto se encuentran en una historia sin demasiadas pretensiones y que, quizá por eso, entretiene más que otras. Un buen reparto, un ritmo en su punto justo (dura hora y media y no le sobra ni le falta ni un minuto), unos bichos conseguidos, exceso de ordenador (hasta los actores parecen generados por algún software), y un clímax final con tren y mamporros ideal para una tarde palomitera.

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