Poltergeist nos marcó en los 80, con esa extraña mezcla de terror, surrealismo y empalago familiar. Este parece ser, junto a El Exorcista, el modelo de Insidious. Modelo al menos en la narración, de un clasicismo ejemplar. El comienzo nos lleva a una inquietante casa en la que se desarrolla el planteamiento. Mucha sugerencia, drama familiar y una angustia que va in-crescendo ayudada por una excelente fotografía en tonos apagados, que fomenta la sensación de claustrofobia, y una música altamente efectiva.
La segunda parte da un giro para meternos en la atracción de feria, con apariciones y una movida sesión espiritista de por medio. La inteligencia del director y su maestría en el género se demuestra en su control del histrionismo y de las imágenes inquietantes (esa vieja…), y en el sensacional final, de esos imprescindibles para redondear un gran filme de terror.James Wan también dirigió Saw, y allí demostró que más allá de una temática impactante, era capaz de dominar los tiempos y mantener al público clavado en la butaca. En Insidious conserva intacto todo su talento y genera escenas de esas que se quedan grabadas para siempre en la retina del espectador para reaparecer en sus pesadillas.
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