
Como cada verano Pixar ha triunfado con su nueva propuesta. Y como cada verano yo me pregunto si las películas de Pixar interesan realmente a quiénes se supone que van dirigidas (los niños fans de Miley Cyrus, Jonas Brothers y Crepúsculo) o más bien a quiénes les llevan al cine (sus padres).
El año pasado con Wall-E consiguieron una obra maestra casi indiscutible, su mejor película… Pero los menores de 25 bostezaban hasta desencajarse la mandíbula con esa media hora inicial casi muda que no pegaba nada con la era de la ruidosa Playstation y del I-Pod permanente en la oreja… Raro el silencio ¿verdad?
Ahora Up (¿Por qué no se traduce el título? ¿Es fea la palabra “arriba”?) nos propone una mezcla entre melodrama y fantasía que tengo mis dudas apasione a su supuesto target. La mayoría de los adultos, visto el taquillazo, han arrastrado a la familia a las salas aunque probablemente sean ellos los que más se hayan emocionado con la historia, que propone una visión optimista sobre la vejez y el sentido de la vida.
Con un guión bastante flojo, aburrido y delirante (el abuelo arrastrando por las montañas la casa que vuela con los globos de la feria…) no creo que Up (o “arriba”) sea la maravilla de la que habla todo el mundo. Sus excesos lacrimógenos y sensibleros (ese flash que presenta de manera idílica 60 años de la vida del protagonista en unos segundos acompañado por música de violines… Uf) y sus aspiraciones líricas nos recuerdan al peor, más añejo y anticuado Walt Disney.
Seguramente el tiempo la pondrá en su sitio y no resistirá muchas revisiones excepto por su perfección técnica. Y seguramente será más recordada por los papás y mamás que todavía tienen en su subconsciente la educación sentimental con las viejas películas del abuelo Walt que por sus hijos enganchados al Disney Chanel y a toda la basura que genera.
El año pasado con Wall-E consiguieron una obra maestra casi indiscutible, su mejor película… Pero los menores de 25 bostezaban hasta desencajarse la mandíbula con esa media hora inicial casi muda que no pegaba nada con la era de la ruidosa Playstation y del I-Pod permanente en la oreja… Raro el silencio ¿verdad?
Ahora Up (¿Por qué no se traduce el título? ¿Es fea la palabra “arriba”?) nos propone una mezcla entre melodrama y fantasía que tengo mis dudas apasione a su supuesto target. La mayoría de los adultos, visto el taquillazo, han arrastrado a la familia a las salas aunque probablemente sean ellos los que más se hayan emocionado con la historia, que propone una visión optimista sobre la vejez y el sentido de la vida.
Con un guión bastante flojo, aburrido y delirante (el abuelo arrastrando por las montañas la casa que vuela con los globos de la feria…) no creo que Up (o “arriba”) sea la maravilla de la que habla todo el mundo. Sus excesos lacrimógenos y sensibleros (ese flash que presenta de manera idílica 60 años de la vida del protagonista en unos segundos acompañado por música de violines… Uf) y sus aspiraciones líricas nos recuerdan al peor, más añejo y anticuado Walt Disney.
Seguramente el tiempo la pondrá en su sitio y no resistirá muchas revisiones excepto por su perfección técnica. Y seguramente será más recordada por los papás y mamás que todavía tienen en su subconsciente la educación sentimental con las viejas películas del abuelo Walt que por sus hijos enganchados al Disney Chanel y a toda la basura que genera.