
Algunos han hablado hasta de El Gatopardo al escribir sobre lo último de Luca Guadagnino. Sorprendía porque su currículo no es nada brillante (lo último, la adaptación del libro-escándalo Melissa P), pero tras ver la película directamente las comparaciones ofenden.
El retrato de una rica familia milanesa comienza con atención a detalles como la mantelería o los cubiertos de la cena. Luego descubrimos que la supuesta crítica social llega a través de la reprimida protagonista, asfixiada en su vida contemplativa de las vajillas, que se lanza al folleteo loco con un barbudo que pasaba por allí.
El retrato de una rica familia milanesa comienza con atención a detalles como la mantelería o los cubiertos de la cena. Luego descubrimos que la supuesta crítica social llega a través de la reprimida protagonista, asfixiada en su vida contemplativa de las vajillas, que se lanza al folleteo loco con un barbudo que pasaba por allí.

La música, lo forzado de la puesta en escena, la sobreactuada Tilda Swinton… Todo parece indicar que el director se cree un gran artista que maneja una historia trascendente cuando el resultado sólo consigue sonrojar. Nos queda, eso sí, el divertimento de ver cómo la cirugía ha convertido a la sexagenaria Marisa Berenson (foto inferior a la izquierda) casi en gemela de la últimamente de moda Vera Farmiga (Up in the air, foto inferior derecha).