miércoles, 20 de octubre de 2010

Wall Street 2

En los años 80 Gordon Gekko acabó convirtiéndose en un icono de la época. Oliver Stone lo planteaba como un personaje negativo pero lo rodeaba de glamour, sexo y lujo, y pasó a ser un modelo a imitar para los yuppies. Algo así ya había sucedido con malos y malas de diferentes culebrones televisivos como Dallas, Dinastía o Falcon Crest, sobre el papel villanos pero lo bastante atractivos como para convertirse en referentes sociales.

20 años después vuelve el personaje aparentemente redimido para ilustrar las tesis de Stone sobre la crisis económica que sufrimos. No ha gustado a la derecha (que se ve demasiado reflejada en algunos personajes grotescos) ni a la izquierda que le vuelve a reprochar el poder de seducción con el que reviste los ambientes corruptos. El mejor elogio para la película es este, incomodar a unos y a otros.
Con una excepcional dirección artística y evidente dominio de la cámara y la ironía, el director nos introduce en el ojo del huracán financiero para mostrar la sinrazón de decisiones que se toman casi a través de máquinas y las devastadoras consecuencias que éstas han tenido y que seguramente volverán a tener. Porque si algo queda claro es que esta crisis no ha servido más que para reforzar a los que la provocaron que incluso han sacado tajada a través de ayudas gubernamentales.

Lo mejor, esa fiesta benéfica con baile incluido, toda una caricatura gigantesca de una absurda feria de vanidades. Y lo peor, un reparto con evidentes agujeros, especialmente unos poco creíbles Shia Labeouf y Carey Mulligan, demasiado corderos para enfrentarse a los lobos Douglas y Brolin.

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