domingo, 27 de marzo de 2011

El Rito

Anthony Hopkins ha dicho bastantes veces que dejaba el cine pero, como otros actores que fueron grandes, sigue arrastrándose por productos de segunda, sin que le ofrezcan papeles dignos del talento de quien nos sedujo en El Hombre Elefante, El Silencio de los Corderos, Regresos Howard’s End o Lo que queda del día. Ahora, el director de 1408 (una eficaz adaptación de Stephen King) le mete en la piel de un sacerdote especializado en exorcismos que debe enseñar a un estudiante con problemas de fe cómo se las gasta el demonio. Con el beneplácito del Vaticano y de Paloma Gómez Borrero (que firma la frase que sirve de promoción al film), la historia acaba siendo un Harry Potter en la escuela de exorcismos, con un punto de estampa turística (siniestra) de Roma, con un protagonista muy sobreactuado y con un Colin O’Donoghue (el cura joven) incapaz de transmitir todos los conflictos que supuestamente acechan la conciencia del personaje. Pese a tanto supuesto rigor e inspiración en hechos reales, todo resulta demasiado inverosímil. Tal vez el cine de exorcismos ya lo dijo todo en la imitada y nunca igualada obra maestra de William Friedkin de 1973 y todo lo que ha venido después nos parece una descafeinada copia. Nos queda, eso sí, una de las más insólitas escenas de los últimos tiempos: Un Hopkins-sacerdote semidesnudo observando con pinta de loco la cúpula de San Pedro desde un mirador que abofetea salvajemente a una niña.

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