miércoles, 30 de marzo de 2011

Nunca me abandones

Kazuo Ishiguro es un autor japonés afincado en Inglaterra del que ya se adaptó Lo que queda del día. También muy british (pese al origen del escritor) es la historia de Nunca me abandones, que ha dirigido Marck Romaneck, inactivo para el cine (no para los videoclips) tras Retratos de una obsesión. Poco se puede contar del argumento si no se quiere destripar la trama (cosa que por cierto han hecho en algunas críticas). Enmarcada en la ciencia ficción, la película cuenta con elegancia y frialdad cómo tres amigos deben enfrentarse a un futuro desolador. Destinada a ser película de culto (tiene puntos de contacto con otra joya fantástica que en su día pasó demasiado desapercibida, Gattaca), plantea con inteligencia cómo se puede asumir lo más terrible con sumisión si te han educado en ello o cómo la sociedad puede cerrar los ojos ante atrocidades científicas si ve un beneficio en ellas. Gran parte del éxito del resultado se debe a Carey Mulligan y Andrew Garfield, que resuelven con eficacia sus difíciles papeles. Y también está Charlotte Rampling, convertida en una inquietante presencia que borda su siniestro personaje. Sólo un reproche: La inseguridad del director provoca un abuso algo irritante de una azucarada música que llega a empalagar y contrasta demasiado con el desolador desenlace.

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