Sin embargo, la promesa se queda a medio camino. Aunque hay bastantes gags desternillantes, aunque el personaje de Juancarlitros (Julián López) es antológico y aunque el buen rato está garantizado, nos quedamos con ganas de más.
Porque la fiesta da muy poco juego (hay que ver lo mal rodada que está), porque hay interpretaciones realmente lamentables (la azafata), porque muchas situaciones se podrían haber desarrollado mejor (las reclamaciones a la compañía aérea que ésta se pasa por el arco del triunfo, la tripulación del avión celebrando la Nochevieja lejos de los pasajeros) o porque algún secundario (Secun de la Rosa) tenía más que decir.
Y porque técnicamente la pobreza (esa fotografía tan cutre) y la falta de medios invitan más a la tristeza que a la risa.
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